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libros de ocasión pedidos a bibliopolis@outlook.es "“los libros hacen libres a los que les quieren bien. Con ellos me consolé en la prisión que se me aparejaba y satisfice el hambre en un pedazo de pan conservado en una servilleta envuelta en un papel que traía un capítulo de alabanza al ayuno. ¡Oh libros, fieles consejeros, amigos sin adulación, despertadores del entendimiento, maestros del alma y gobernadores del cuerpo, guiones para bien vivir y centinelas del bien morir” VICENTE ESPINEL
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jueves, 20 de febrero de 2025
viernes, 14 de febrero de 2025
VILLEGUILLO
UN HIJO DE
Yo,
Villeguillo, un pobre exarico, heterodoxo y perseguido por pensar por mi cuenta
y por la odiosa manía de cantarle a los poderosos las cuarenta, he venido a
esta ciudad donde me nacieron y escuché entre el primer alhorre el vagido de
los bustos parlantes y de las rubias de bote que cuentan embustes, chocho
morenote, el gran pipote y por ahí de de andar el pyreso que
es pirómano del periodismo de acarreo un tal Jáuregui propalan
infamias y dan a la historia violentos retortijones, para purificarme en las aguas
del Rasemir y del Clamores, dos ríos mierderos que
abrazan a la población amurallada ¿Busco el agua lustral en una cloaca? Estoy
lleno de dudas al respecto. Mi vida ha sido un fracaso pero he sobrevivido a
mis naufragios y busco los pecios del amor del barco del amor hundido en el
proceloso mar de la vida. Suelen darme yuyos cada cierto tiempo, me emborracho
como un zapatero. Una mano me saca de los lóbregos calabozos de Finsternis. La
oscuridad me persigue. El oficio de tinieblas se alarga demasiado pero Dios es
clemente. Luego me arrepiento y lloro los pecados de mi vida pasada. En uno de
mis debacles alcohólicas arruiné mis dos matrimonios. Pero surjo, me levanto
como puedo, sacudo las sandalias del polvo del camino y echo a andar hacia la
piscina probática. Acudo a mi pueblo a restañarme las heridas y a contar la
historia de un amigo que acaba de cometer suicidio. Yo vine al mundo en la
Puerta del Socorro frente al Pinarillo y las cuevas de los eremitas que hacían
penitencia mirando para la airosa catedral, al de la cárcava donde se alzan los
estribos de la barbacana. Soy un mendigo de la palabra cubierto de andrajos, mi
piel en arumbeles taraceada de discursos democráticos, frascas barras de bares
copas de aguardiente, cantos del urogallo. Ya no beberé más, apuré el cáliz. Yo
sostengo que un funeral irlandés es más alegre que una boda inglesa porque
ladraba silogismos el bueno de Boecio y Simón Estilita seguía
en lo alto la columna. Días faustos de cerveza, amor y vino y en las esquinas
columnas mingitorias. En una ocasión tuve la dicha y la desvergüenza de mear
desde la torre del Daily Mirror como solía hacer su dueño el
gran magnate y creso israelita Robert Maxwell que no se
llamaba así en realidad tenía un nombre checo muy raro, hizo fortuna vendiendo
café instantáneo a las multitudes. El rey del café nos meaba a todos desde lo
alto lanzaba jaculatorias en yidish que decían de los placeres sin pecar mear y
cagar. Había llegado a lo alto a la plenitud del ser pero dicen que murió
asesinado por agentes del Mossad por una deuda que tenía contraída con la venta
de su rotativo que no quería endosar el estado de Israel le cogieron mientras
exoneraba su vejiga en su yate navegando por las Canarias. El rey del chocolate
el rey del porno Hefner Epstein el asaltacunas todos adscritos a la lascivia de
su perversa raza.
De
tanto empinar el codo yo padecía prurito vesical y mis canales urinarios ardían
en el escozor de la ascitis. Por tu uromancia y poliuria yo te conjuro beberás
aguardiente de olivo. Triste destino el del borracho. He sido un patoso en
todas partes, perdí las grandes oportunidades. Nada me salía a
derechas. Un día quise abrir una librería de lance en Canterbury pero el
arzobispo me dijo que no era buena idea. Un pub en Londres sería más rentable,
hijo. Los libros no los quiere nadie. El ángel de la muerte que odia la verdad
y el consuelo derramó su copa de acíbar sobre las páginas de los grandes
textos. Quemaron las novelas de los excelsos autores y a la hoguera fueron las
enciclopedias y los grandes tomos de psicología pero en la gran almenara
sobrevivieron los textos mediocres de Julia Navarro esa que
ayer parlaba en la Cope con el Calvo de los Halagos un
tal Expósito que no ha soltado aun la chaquetilla de camarero a ver qué va a
ser los señores, pues la Julia hija del Yale pare más que una coneja, inunda de
títulos los booksellers de los estantes de estaciones y
aeropuertos. Es una designada, una elegida. Ellos los de la mafia
político-literaria se hacen la ola unos a otros y el resultado de la maniobra
no puede ser más cretino. Vivimos en un mundo endogámico yo me lo guiso y yo me
lo como. Son los hijos espurios del franquismo, trasvertidos de generalísimo al
revés, toreros de salón americano y cócteles en el Palace. Así que la hija
del Yale rotula una de sus execrables títulos con el predicado
"No matarás" y no se acuerda de que su padre el maldito cojo de las
columnas de "Pueblo" tiró un día en Toledo a su madre por la ventana.
Muerte a los filósofos. Venían con una tea los seguidores de la diosa del fuego
Arson Luminia y la blandían sobre los campos y las torres de las ciudades que
se incendiaban, el fuego arrasaba las plazas y las campanas de todas las villas
tocaban a muerto. Arson Luminia es la compañera de viaje
de Finsternis la deidad del amor oscuro manipula tortillas
estériles como Safo. La informática a la cual di muerte
era de aquel gremio. Cave canem. Cuidado con el perro. Ojo a los
mastines. Pululan por doquier. Muchos se han hecho periodistas y tertulianos o
tertulianas melena al viento bellos palmitos hermosos rostros que esconden el
alma negra cuajada de fealdades de mentiras asesinas. El asno de Balaam rebuzna
por las esquinas. Al gran jefe se le ha puesto cara de trasera del trolebús...
a face like the bus of a bus, decía mi querido suegro mr. Hugh. Quiero ir a
Londres a un cementerio de Dagenham a llevarle crisantemos. Es el mejor inglés
que conocí. Su esposa se llamaba Grafila y tenía un tío por nombre Harry y por
apellido Escolex, abollonado de cara y corto de vista. Al mirarle yo me daba
cuenta de que soy una escolopendra y que mi mente es un ciempiés. Dares y
tomares. El marqués estaba en la sombra la mirada alzada hacia el horizonte y
la espada en su mano pues la necromancia es un arte del demonio. Mucho se
practica en Valladolid. Allí viven españoles de poca sustancia huéspedes del
Gran tornadizo que los inviernos van a la iglesia no por devoción sino para
calentarse en las estufas templos mixtilíneos donde la Virgen se confunde con
diosas de la antigüedad.
La
contemplación de Segovia que es la ciudad del mundo que más se parece a
Jerusalén. En ella yo nací por desgracia bebía agua en la Fuente del Tornadizo.
De niño mis padres quisieron llevarme a Quitapesares un manicomio que estaba en
la carretera de la Granja de San Ildefonso porque observaron rarezas en mi
conducta, siempre tenía ganas de comer, fui un niño gordo maltratado victima
del bullying al que le gustaba la soledad, muy impresionable,
que tenía ciertas manías y una viva imaginación, me sobaba las manos y daba
vueltas a los palos que encontraba en el patio del colegio y jugaba con las
ramas de los tilos que se venían abajo partidas de brisca. Recordaba aquellos
tiempos y mis ojos se extendían hacia la vaguada del Clamores de donde se podía
obtener una buena panorámica de la muralla, dando gracias al altísimo por estar
vivo, porque huí de la cola del león siendo cabeza de ratón, no me enchironaron
aunque los malditos quisieron darme por culo pero yo no me dejé. Detrás estaba
la catedral. Vi un gato negro acicalándose en uno de los merlones de la muralla
romana. Estaba justo delante del tejado de la casa donde yo vine al mundo, mala
señal, tuve miedo. Me habían pasado muchas desgracias en la vida y en el fulgor
eléctrico de la mirada de aquel michino me hacía pensar en desdichas. Leí en
ellos mi sentencia que era sufrir y padecer de por vida. Lo tenía bien asumido.
Aquel felino era el símbolo de la indiferencia con que me recibía la casa donde
yo nací y por los ojos del gato se asomaba la ventanera de mi madre que me parió
primero y luego me maldijo... no perteneces, no estás en el grupo, no eres de
los nuestros. El gato negro da mala suerte pero mi miedo se trocó en espanto a
los pocos días cuando marché a Galicia un balneario para
recuperar mi precaria salud me crucé con una meiga que me escrutaba
de arriba abajo. Bajé corriendo por las escaleras del hotel, salí a la calle,
corrí despavorido por una calle larga jalonada de casas de piedra. Un coche con
matricula francesa se paró a mi vera. Oiga buen hombre me puede decir donde hay
un banco para cambiar moneda... son las cuatro la tarde de un viernes y las
sucursales bancarias han echado el cierre, mañana es el Día de la Virgen... un
extranjero un hombre muy grande un indio de raza aria asomó su cara espectral
por la ventanilla y en un movimiento rápido me arrebató la billetera que yo
llevaba en el bolso del pecho de la camisa veraniega. Fue un visto y no visto.
Cuando me quise dar cuenta el rumano o lo que fuera había desaparecido. Corrí
despavorido en una búsqueda inútil, alcé la vista y me topé con la mirada
espectral de la meiga que nos estaba observando desde un balcón. Grité: "señora,
al ladrón, al ladrón que me robó". El espectro cerró la ventana de la casa
de piedra y me lanzó su maldición... ainda etoufes, neno. Su mirada
era muy poderosa y quemaba casi con más poder y furia que la del gato
negro. Los ojos de la meiga eran los ojos del basilisco. Conjuré mi
inquietud aferrando las cuentas de un rosario que siempre llevo conmigo...
Sálvame Virgen del Carmen. Nunca podré olvidar aquel atisbo de la saludadora
galaica que llenó para siempre mi vida de inquietud. En mi cartera llevaba unos
cien euros. En hora menguada pasé por el lugar un día de agosto cuando España
se convierte en cueva de ladrones de peristas carteristas, violadores y
expertos en el arte del latrocinio y del tirón. No es fácil vivir bajo el yugo
férreo de los mangantes. Nuestros políticos reenvían buques de guerra para
recoger emigrantes del Aliyah invasora que cruzan el Mediterráneo con plegarias
a Alá. La cimitarra sarracena se mecerá sobre nuestras cabezas despues de los
versículos al alcorán, tras la alcatifa y el Ramadán, los sermones del papa
Interpuesto ese judío argentino que a España le hizo tanto mal. Es la hora de
los mangantes. Manda en la calle la apisonadora de la mentira y hay mucha
angustia en los corazones. La tele es una maquina de dar por el culo, cloaca de
inmundicias y zafiedades. Machaca nuestras meninges con consignas, activa el
miedo. Después del incidente de mi encuentro con el rumano que me robó no tuve
más remedio que refugiarme en el ribeiro. Me bebí litro y medio y me
puse coloquial y parleto. En ese estado de euforia yo perdono a todo el mundo.
Cuando subí en el ascensor de mi hotel me miraba en el espejo para saber si mis
ojos estaban brillantes y echaba el aliento en el espejo del elevador pues todo
mi afán era procurar que mi mujer no advirtiese que había libado de lo mío por
el aliento. Advierte el Talmud que la borrachera es cosa de paganos. En eso no
estoy de acuerdo pienso con muchos judíos que el legado de Noé es una de los
grandes cosas de esta vida porque cuando no hay remedio litro y medio.
Si los
niños callan hablarán las piedras voz de inocentes que desdicen las mentiras de
los microfonos las palabras al oído de las planchas masónicas prometiendo
progreso y dejanto desolación. Busco en los recovequeos de mi existencia
aquellas corresponsalías en Londres y en Nueva York fui un elegido de los
dioses un angel caido en el barro democrático. Hube por descontado mis maestros
y epigonos que abrieron senda antes que yo. Uno de ellos fue un manchego
Eugenio Suarez un falangista hijo de un médico de Dailiel al que los rojos
fusilaron en una uneta un dia de niebla de noviembrew a favor de la oscuridad y
de la niebla pudo huir y refugiarse en una alquería donde le lavaron las
heridas y por Somosierra se pasó. Era un hoven periodistas de flamante pluma al
que sus jefes enviaron como coresponsal a Budapest. Yo fui el ultimo de
aqyuella brillante saga eñ mejor racimo de las parras literarias de España. A
Eugenio le cupo la gloria la gfracia y la desgracia de conar el holocausto o lo
que sdicen holocausto que no fue tal sino el resultado de los dimes y diretes y
crueldades de toda la guerra pero el angle del mal se surve de aquel
incidente hustorico para acabar con el drama de la pasión del Señor. Llegó a la
ciudad más bella de Europa en un flamante Volkswagen con escolta de soldados
alemanes. Y asistió a la destrucción del bello enclave magiar que había sido
sede europera de toda la judería y donde los judios habían podido convivir con
los cristianos sin fricciones. Las fortalezas volantes norteamericanos acabaron
con aquella buena relación. Lavalia en la cidad valia muy poco. Por unos pengos
podías comprar un salvoconducto, una mujer por una noche y tres bocadillos de
salchichas. Que no me vengan con historia. Yo cerré la tienda de aquellos
proceres del periodismo en Nueva York. Cuando el gran Filipo blandía `puños
cerrados en Manhattan y amenazaba con emviarmps a topdos a un campo de
concetración o fusularnos. Tenía como adlatere a Maraña que me insultaba cada
vez que podía. El odio rojo les daba vitaminas, pero no eran moscovitas. Venían
criados a los pechos de las principales universidades californianas
Ahora
contemplo la magnifica visión amurallada de Segovia desde la Hontanilla. Me
deslumbra el brillo de las piedras, me atenazan los recuerdos, soy presa de mis
remordimientos.
Los
mandilones dicen que allí estaba el cementerio hebreo pero no es así. Hubo un
camposanto judío en el Corral de los Huesos en lo que era hasta hace poco el
macelo municipal pero, al dar la vuelta a la tortilla aquí todo el mundo se
declara más papista, que el Papa y más israelita que san Melqisedec cuando
hasta hace poco nos corrían a gorrazos y ese es un tema en el cual no quiero
entrar porque me exaspera, yo he venido a contar la historia de mi amigo
Manahén Gumersindo Arije que creo que llevaba sangre de los elegidos
por lo menos en un cuarenta por ciento como tantos y tantos españoles. También
nacido por estas veredas en la que llamaban la Casa de la Troya. Debía de ser
algo pariente del gran Tacaño y se emocionaba cuando leía el Buscón y narraba a
sus amigos las aventuras del Domine Cabra un segoviano
típico. Segovia "peccatrix" pecadora y cicatera. ¡No te
jode! Y tan pecadora que aquí no cabe un tonto más. Le han erigido un monumento
a Satanás. Mis paisanos escupen las arras. Nací en esta ciudad de acarreo,
tierra de perailes, gente del bronce y de la hoja, y de tusonas, mulas del
diablo y barraganas de curas y frailes. La vida me hizo mostrarme
escéptico de ciertas solemnes verdades que se fueron por la posta, pero no soy
mala persona, creo, hasta ahora no maté a nadie. Sólo soy necio e inconsciente,
iluso y algo bocazas. Por eso, he venido a prosternar mis huesos ante el
clemente Zeus tronitonante, Señor del Olimpo, padre de todas las creencias, de
todas las religiones, cuyo decálogo en piedra bajó desde las cumbres del
Olimpo: que Alcorán, el Candelabro y
—No
derramarás sangre ni semen.
—Bah,
eso de la religión es puro convencionalismo — clamaba a voces el diablo
encaramado a lo alto del acueducto, mientras se trataba de beneficiar a la
alcaldesa. A Belcebú le vuelven loco un culo grande y unas buenas "domingas"
por otro nombre tetas.
—Pues
si no hay Dios, tú tampoco— le dije yo a Satanás que se pavoneaba por aquellas
fechas de haber dado al traste con la unidad patria.
Me
subi a la alcatifa de los Sueños. Que es un transporte barato para viajar al
presente y al futuro. El pasado es muy negro. Estuvoi teñido de sangre em esta
ciudad pero es así como se construye en el eternio caminar de la historia.
Ahora recuerdo mis tiempos de corresponsal en Londres. Marché a la ciudad del
Tamesius con unas pocas librois en un mini de segunda mano ewn que cargaba un
poar de traje seis mudas un abriho algún libro de rezos y mi maquina de
escribir. Yo era un bohemio. No tuve la suerte de mi colega antecesor Eugenio
Suarez. Su nombre estaba escrito en el cuadro de honor de la vida
En lo
alto del puente romano el Príncipe de la Mentira se estaba colocando o a lo
mejor se estaba haciendo una gallarda el tío guarro. Lo cual que por causa suya
España iba de cabeza. Regresaban los fementidos y Youcan no se cortaba la
coleta. Había vuelto glorioso a la palestra muy ufano tras el permiso de
paternidad. Yo cambio los pañales a mis hijos lactantes y doy el alpiste al
pájaro. Pero a España la estás llenando de alhorre, eres tú y tu señora un
himno a la desventura. Pulso de la lira la más sublime cuerda y canto a la mierda.
Pues eso, allí donde están las cloacas del poder.
Es lo
que hice toda mi vida caminando a pasos perdidos por las tabernas y lupanares,
adiciones a Baco, honrando a Venus y al tabaco. No soy digno de colocar sobre
mi cabeza el manto de oración y la tánica pretexta de los flamines,
contaminados por el alcohol y la semilla derramada de tantos años de perdición,
pero sobre todo por la sangre: maté a aquella archivera que me estaba haciendo
la vida imposible, sus insultos, risas y escarnios de
—Eso
son sólo palabras que de poco nos valen, padre mío. Rezar. Llorar, suplicar,
abajarme escuchar el silencio de los corderos hasta que rompiera el alba con su
esquila de luz de las mañanas. Es lo que hice toda mi vida pero tengo un mal
pronto que me enajena. Mis enemigos tómenme por loco y por psicópata. Lo malo
es que puede que lleven razón. Yo me acuso y lloro ante mi "muro de
Lamentos" de haber expresado mis dudas sobre muchas cosas en el bamboleo
de mi fe vacilante en una vida con no pocas vueltas y revueltas que
no fue nada circunspecta a causa de incomprensiones, persecuciones y
sufrimientos.
El
diablo mueve la cola y amenaza con tirarme desde el pináculo del templo. Con
esa precisa idea de expiación he vuelto a
Rezo
la plegaria acostumbrada y hago voto de ofrecer un gallo a Esculapio. Ave
Cesar. Me dediqué vagar por el recinto amurallado. El gran cedro del convento
de jesuitinas que dio sombra a la infancia lo habían talado os mancipes
dendricidas y poco avisados. Lo malo de estas plegarias es que constituyen
un monólogo. Preguntas sin respuesta y a Villeguillo hombre de costumbres poco
recomendables le parecía que Adonis estaba muy lejos en algún planeta por ahí
perdido constituido en estrella filante.
Rezamos,
pedimos, imploramos, hacemos vaticinios, rogamos, exclamamos, cantamos y como
si nada; el dios pone orejas de mercader a las súplicas. Se desentiende. Zeus
mora en otra esfera, nadie sin su permiso escalará las peñas del Olimpo. O a lo
mejor que ese día estaba de mal café o no se había traído el sonotone.
En mi mente el mosaísmo, el islamismo y el cristianismo se conjugan pero antes
de que vinieran las aparecidas y de que el apóstol desembarcase en Padrón en
una petera de piedra los dioses familiares presidían nuestras vidas y nuestros
actos. Dejémonos de biblias en verso Es por lo que yo vengo a esta ciudad
sorrapeando los párrafos de “Ab Urbe condita” Tito Livio impávido e
imparcial. La piedra de Juvenal era la roca viva de la cual manaba un raudal de
agua brava, las que se despeñaban desde Peñamellera. Soy un pícaro un filosofo
un historiador, no sé lo que soy, pero estoy al tanto y el que avisa no es
traidor, un gnomo que se trasmuda y biloca porque para mí no hay barreras ni de
espacio ni de tiempo, soy el ojo de Ra, la mano de Dios, que
todo lo toco y todo lo ve, émulo del Gran Piscator, lucho contra los malos y
aunque a veces haga partija con Belcebú no soy uno de ellos. ¿Doble agente? En
la redoma de don Cleofás, uno y no más todos estamos. Pues Segovia como Puente
Perin, como Barahona, Brañosera en Asturias, Hita en
Vieronse
escenas lúbricas porque el momento de romanos se convirtió en anfiteatro
espectáculo porno de acendrado tialismo porque el de los pies de Cabra hacía a
pelo y a pluma después de cubrir a la alcaldesa por detrás fueron desfilando
los ediles y de las ediles y ministras de todas ellas hizo ropa vieja. Porque
lo suyo fue siempre engañar y fornicar.
El
padre de
─Tente
que te unto
De su
boca desdentada se alzaron las palabras mágicas de un conjuro. La consigna de
aquellas elecciones convocadas por Perico los Palotes fue “tente que te unto”.
La señora Calvo viceministra se quedó entonces en pelota picada. Por delante el
bosque de Bolonia entreverado de castaño y rubio, diose la vuelta y pudimos con
templar un orondo Coramvobis cordobés tan prieto de carnes como el de
Conjurote
sal y cilantro
Por
Satanás
Por
barrabas
Por
san diablo que puede más
Y este
bálsamo de Ruibrás
Que
esta noche quebraremos el cántaro
Y
serás mía
Tente
que te unto
Mi
coño en tu barba
Debía
de ser la bruja maesa, pronunciaron un conjuro y la alcaidesa y el diablo con
el unto de serpol, beleño, cilantro y otras hierbas mágicas se volvieron
transparentes, espíritus puros y empezaron a volar que parecían aves de mal
agüero. Los cielos de Segovia estaban cargados de ominosos barruntos
pues la diablesa de la alcaldesa no paraba de decir “tente que te unto”. Un
grajo infernal al que mandaron bajó de lo alto y sacó los ojos a la estatua de
─Tiremos
abajo a
Pusieron
debajo de la lapida una blasfemia: “en mi coño mando yo”.
El
maligno que contemplaba el atropello encaramado al arco más alto reía mandíbula
batiente, luego empezó a ventoseare, sus discípulos hicieron lo mismo y todo el
infierno estalló en risas y en pedos del Ángel caído. Durante casi media hora
toda la plaza del Azogue olía a rayos. Ji ji ji ja jaja. Las descargas eran tan
profundas, de una violencia tal que los segovianos compungidos salían a las
puertas de sus viviendas, tapándose las narices o gritando ay madre el fin del
mundo. Entonces un cuadrillero de Lucifer el que se llevaba a la alcaidesa dijo:
─Os
pasa por judaizar. Ya sois míos
En la
plazuela del azoguejo con tanto gurriato en pelo malo y tanto discurso los
políticos marranos y los falsos obispos no paraban de sermonear, de dar
explicaciones (ocurre siempre en todas las crisis nacionales; las esquinas se
llenan de plañideras compungidas y de hermeneutas que tratan de explicar lo
evidente, estamos todos hasta los mismísimos de tanto parlamento redundante y
dicaz) y lo evidente era que a redropelo de lo que decía la leyenda, la moza
del cántaro perdió la apuesta, el diablo ganó la partida y al poco tiempo.
Villeguillo
hizo esa profecía─ el acueducto se vendría abajo. Que otros salmodien y prediquen
y yo decía predícame cura predícame fraile por uno me entra y por otro mesa
sale. Yo soy Villeguillo. Los que tiraron a
─Parecéis
oro obrizo pero no soy más que oropel, no tenéis cojones─ dijo Ursicinio el
Pecoso con aires de desafío.
Todos
se encogieron de hombros no hicieron caso de poetas, profetas y profecías. Allá
ellos con sus excesos y demasías. Hay que estar al loro. Villeguillo muy triste
por aquel espectáculo volvió grupas y salió de la ciudad por el puente de
Valdevilla que le vio nacer y jugar de niño y por donde pasaban las legiones
del emperador con su estandarte enhiesto y el carnero mascota de
─De
Segovia ni el polvo las zapatillas.
En
aquel instante la santa abulense hizo la lazada y no quiso volver más a la
ciudad de la calumnia como ella la llamaba y es verdad mis paisanos siempre
fueron un poco recontrajodidos.
Todos
al santo y a las limosnas, atentos al “tente que te unto”, consigna de los
degenerados de la oclocracia. Aquí lo importante es ir tirandillo, sumirse en
las andaderas del buen rollito.
Retumbaban
las voces en el transistor del coche, tenía conectada a la Cope pero aquellas
voces venían del más allá, clara advertencia al llegar a Segovia. Se perfilaba
sobre el perfil urbano la torre de la catedral, alta, augusta, inescrutable, la
dama de las catedrales cuando de repente empezaron a sonar aquellos gritos
desgarradores. El altavoz del radiocasete del coche subió al más alto volumen a
pleno rendimiento de decibelios, entonces la tierra tembló, vio abrirse una
zanja junto a la carretera del empalme de Revenga con Campamento de Robledo, no
me detuve. Pisé el acelerador muerto de miedo y en la rotonda de Hontoria me
topé con una estantigua, una procesión lúgubre de resucitado. Un fraile
fallecido hacía quinientos años encabezaba el lúgubre cortejo. Cantaban
responsos, kadishes y lilailas y pude percibir con disposición armónica y buen
concento las estrofas del Dies Irae. Acordeme entonces de que yo podía estar
viviendo pasajes del Viernes Santo. Las profecías se cumplieron. El tropel de
los difuntos avanzaba con paso firme hacia las campas de Baterías donde en mis
tiempos hacían la instrucción los reclutas y los seminaristas jugaban al
fútbol. Me froté los ojos no fuera a ser que yo mismo estuviese siendo víctima
de alucinación. Las exclamaciones del Salvador en el Calvario eran claras,
humanas, no las de un fantasma. Jesús llamaba a Eloim que en hebreo significa
el que Es y no reclamaba el auxilio de Yahvé que significa El que Está. El que
actúa. Eloy instaura al Padre del Nuevo Testamento mientras que Yahvé
representaba a la Ley Antigua, el dios justiciero. Por eso los judíos en un
intento por no caer en la blasfemia se abstienen de pronunciar el nombre del
creador, no lo mientan y apelan por sinónimos como Adonai (el Poderoso); en
virtud de aquellos aullidos de dolor quedaban preteridas las enseñanzas de
Moisés, se abría un tiempo nuevo y sincretista de comunión con las divinidades
oscuras. Seríamos crucificados y preteridos a causa de la cruz. A los
discípulos del Nazareno a unos los echaban a los leones, otros encontrarían la
tumba anónima de la fosa común pero a la mayor parte entre mofas y escarnios se
les pondría a las espaldas el cartel de "No person". Se los
consideraba peores que bestias de carga. Nos decía nosotros somos los elegidos,
vosotros los paganos, los "goim". Destruiremos vuestras casas,
violaremos a vuestras mujeres, fomentaremos aliyás e invasiones solapadas,
vendrán de lejanas a tierras a comeros el pan al albur de la martingala de los
derechos humanos. El Padre Ángel ( morirá del fuego de San Antón así reaviente
como el lagarto de Jaén) convirtió su iglesia de en una cuadra, en una cohorte
de cerdos y en una perrera de gatos, obligando a los santos a oler mal, era de
los que más alzaba los gallos. Y se volvieron lluecas las gallinas del corral
mediático.
Bergoglio
se colocó sobre sus argentinas sienes la mitra del obispo don Opas era el
mandamás de aquel contubernio de anticristos. Mucho sufriríamos por aquellos
días ¡Ay, Señor!
—
Vosotros la raza de víboras estás allanando la historia — yo les dije enfurecido
por tales desacatos.
—
Nosotros vuestra historia nos las pasamos por los cojones. Sólo nos importa la
Memoria.
— ¿Y
qué hay de lo mío? — contesté
—
Nosotros somos sionistas, somos los nuevos cruzados de Zion.
Era un
sacerdote de la Ley quien así hablaba de forma soez en lenguaje de la chusma.
Eran chusma, odiaba la excelencia.
A mí
me seguían pasando cosas. `por poco se sale de la carretera mi Renault. Hube de
pegar un volantazo. Un mozo de escuadra a la altura del Puente de Valdevilla me
dio el alto. Y me multó 200€ por no llevar un lazo amarillo en la solapa del
parabrisas. Bajé del coche todo indignado y le hablé en catalán:
— Oiga
agente tú no eres quien, yo sólo atiendo a la Guardia Civil. Además no me
gustan los lazos amarillos, el amarillo es color de la muerte, ningún actor del
teatro se viste de ese color da mala suerte. Estrellas amarillas la llevaba en
Ausschwitz y lazos amarillos las portaban de emblema en el ojal de la americana
los judíos rusos que exigían al Politburó les permitiese emigrar a Israel y
hasta que no acabaron con la Unión Soviética no se quedaron a
gusto. Aparentemente los hebreos se salieron con la suya y hoy el
Estado que preside Bibi es una sucursal del KGB tendiendo puentes con Putin.
El
Torras Chorras, jerifalte catalanista un Orlando furioso contra Hispania, no es
nada original, copia a los hebreos rusos, manda colocar en el Nou Camp fotos de
Ana Frank y vuelve a trillar la parva del Shoah que es un gran embuste con
miras a crear una religión nueva la del Holocausto el Odio y la Venganza que
sustituya a la del Amor.
—
Hablas sin conocimiento de causa
—
¿Cómo, qué? Yo fui corresponsal del Arriba en Budapest, estuve allí cuando
caían los pepinazos de los B-52 y salvé a muchas estrellas amarillas, los
refugié en el sotano de mi propia casa, yo fui periodista de Franco y
telefoneaba todos los días a mi embajador Sanz Briz. En nombre de Franco
salvamos a muchos hebreos. Nuestro caudillo Franco era de vuestra cuadrilla
pero afortunadamente no era sionista.
— Que
te crees tú eso.
Quedó
aturdido el agente de la autoridad pues a mí me salió una vena mayestática que
confunde y pasma a los que me contradicen, volvíme irrefutable y apodíctico.
—
Bueno circule — ordenó el mozo de escuadro, sus ojos reflejaban ira y pasmo, yo
me volvía a mis pajas y entre mí pensé "este tío lo mismo que me pega
cuatro tiros y me deja seco; en sus ojos se refleja el furor de los
combatientes de Masada" — ahora somos nosotros los que mandamos en España.
—
¿Vengándose de lo que ocurrió en 1492?
— Eso
mismo, pero no quiero perder el tiempo hablando con un fascista. Venga arranca.
— Yo
también soy judío pero de otra tribu diferente a la tuya. Si yo soy fascista tú
eres un nazi sionista que es mucho peor.
El
mozo de escuadra se puso de los nervios.
—
Calla la boca
— Ni
debajo del agua. Para que consigáis que guarde silencio me tendréis que matar.
Soy diacono griego y proclamo mi Evangelio desde el ambón.
La
Guardia Civil permanecía oculta en su recinto en forma de ángulo convexo,
aquella sólida guarnición al lado de cuyos muros paseé yo tantas veces en los
días de mi infancia. No vi al cabo puertas ni al centinela en su garita— la
pseudo democracia se convirtió en tiranía pues nos dejó a los españoles sin
defensas conservando a los agentes del orden como cuerpo represor a las ordenes
de un periodismo canalla y desalmado— y el Regimiento de Artillería
en el que sirvió mi padre y yo juré bandera estaba abandonado y sus
dependencias convertidas en albergue de ratas y de vagabundos. España en manos
de los judíos. El contubernio había ganado... de momento.
Dejé
el coche aparcado en el Campillo y bajé a pie contando los arcos del Acueducto
atravesé el azoguejo subí las escalerillas del postigo del Consuelo y callejón
adelante contemplé la ventana de mi camarilla justo debajo de la Torre Aceitera
— llamada así porque tiene forma de embudo y es una alcuza que vigilas las
alturas de la ciudad — solemne sombra que nos cobijó el pasadizo de la torre de
los guzmanes, la huerta- ya no estaba el viejo moral que plantó el penúltimo
rey de la dinastía Trastamara. Puertas cerradas, seminario vacío, lo mismo que
el palacio que fue corte del rey Enrique IV. Bajé por el Salón hacia el
convento de Santo Espiritu y avancé por el Camino Nuevo hasta lo que llamaban
el Osario. Una lápida de cemento armado con consistencia de
siglos con una inscripción en hebreo y la bandera de Israel saludaba
al visitante. Algunas personas oraban el con voz compungida y desalentada
oficio de difuntos cerca de lo que ellos creían enterramientos de sus antepasados
el antiguo cementerio judío pero allí no había tal. Aquel no era el recinto.
Aquellas cavernas excavadas en la roca caliza habían sido cavernas habitadas
por ermitaños que hacían penitencia frente a las murallas de Segovia la ciudad
pecadora. La vista era espectacular. Todo el recinto amurallado recordaba a
Jerusalén. La torre de la iglesia de San Andrés ponía contrapunto a la maciza
linterna de la Dama de las Catedrales. A la izquierda quedaba adelantándose al
espolón de la barbacana utilizado durante la edad media como fortín y más tarde
como matadero municipal aunque antes, mucho antes, estuvo allí emplazado el
osario judío. Paz a los muertos de Israel y a los que santificaron Su
Nombre. Elí, Elí, lamma sabactaní. Españoles sois cristianos,
clamad no ceséis, gritad contra los nuevos inquisidores, luchad contra el
sanedrín mediático. Yo estaré con vosotros hasta el fin de los siglos.
Voló a
Los
dioses otorgan a los mortales dones maravillosos. Tente que te unto. No te
muevas, estate quieto. Yo me hice transparente esto es un espíritu puro cuerpo
de ángel no sujeto a los imperativos de la biología ni hambre ni sed ni sexo ni
actividades excretorias. Podía incluso volar por el firmamento circunvolar los
espacios siderales explorando otros planetas sin necesidad de esa materia
pingüe y grasa con que abadernan el cuerpo las brujas para volar. La
transparencia era capacidad de atravesar las barreras del tiempo y el espacio
algo así como la explicación concepcionista que da el Astete para explicar el
milagro de la inseminación del Espíritu Santo en el vientre de María “lo
atravesó como un rayo de luz trasluce el cristal sin romperlo y sin mancharlo”.
Los
anales de Tito Livio y la historia romana no guardaban para mí
misterio alguno. Deambulé por
—Ellos
son mi fuerza, Villeguillo. Los dioses me dan impulso para torcerle la cabeza a
un toro en el circo, desjarretar a un tigre, y hacer correr a los leones.
Mañana son las lupercales y yo concurro, vendrás a ver cómo lucho contra el
diablo, amigo.
Prometí
acudir sin falta al circo máximo llevando en el bolsillo un canto que había
pasado a manera de talismán por la piedra de Juvenal en la muralla de Segovia
frente a la casa que me vio nacer, pero prioritariamente estuve contemplando a
aquellos seres míticos cuya imagen había estampado un imaginero cretense amigo
del gladiador en un retablo. Europa cabalgaba sobre un toro monstruoso que
arrastraban al aire de cola dos delfines. Minerva contemplaba al dragón, Jasón
jefe de los argonautas escupiendo el vellón transformado en una vestal. Zeus y
Anfión hacían buenas migas en el Olimpo (de nuevo aflorando el tema trinitario
que acoplaron los cristianos a su religión). Bulleron cabalgaba a lomos de
Pegaso el alazán tordo que surcaba el espacio a galope meneando dos enormes
alas que pendían de sus orejas y traspasaba con la lanza a
MI AMIGO GUMERSINDO ARIJE
A
Arije me lo encuentro todos los días yendo y viniendo por los bulevares de
Él
vendrá a separar a los buenos y a los malos. Apacentará a sus fieles corderos y
derramará la sangre de los cabrones y cabritos. Porque Él es el maestro de
Justicia. Pasaron las pascuas nochebuena tranquila y recatada en el herrén y
reanudo yo Arije mis prosas peripatéticas por el bulevar de Reina Victoria
tratando de levigar aquellos recuerdos separando el grano de la paja de mi
juventud. He oído las palabras de San Esteban el primer mártir que exclamaba
mirando al firmamento "Satis est vixisse" y así subió a los
cielos. Los viejos de
Tengo
fuertes palpitaciones y las negras ideas se apodaran de mí. Las combato rosario
en mano. Hay que poner lastre a los malos pensamientos pues la imaginación hace
burbujas y se tira pedos, remuerde por los desvaríos de cuando entonces y,
según los ascetas, es la loca de la casa.
▬¿Viste
el espich que nos largó don Felipe?
▬No me
dio la gana. Al verle tan insulso y tan poco espíritu se me atragantó el
turrón. Para mí el único rey que vale es el la baraja. la monarquía viene del
mono y en España siempre tuvimos a los borbones una desgracia simiesca. Borrón
y cuenta nueva.
Crecen
los días y suenan por algún rincón del cielo rondas sanabresas, canciones
toresanas, ataruxos galaicos, espantadazas del paloteo vasco, cobras catalanas
y tamboreadas navarras al son del chistu, juntamente con tonadas asturianas.
Arije tenía una visión muy folklórica y así le iba. Estaba fuera de lugar. Le
rodeaban las maniobras en la red de la incomunicación digital la gente enviando
guasaps dándole al dedito a mogollón. Todos dicen que el diablo no canta aunque
sabe mover el esqueleto. Dios te libre de las lenguas de dos filos y de los
sermones del padre Ricci, el que destapó la olla de la tapa de los infiernos y
allí vivimos cómo se cocían una recella de obispos y pontífices máximos traían
en la mano un libro del Dante. Satanás los pinchaba con un gario de cuatro
dientes en las posaderas. Iban desnudos pero se conocía que no les había dado
tiempo a quitarse la mitra de la cabeza. Sus cabalgadas por las calderas de
Pedro Botero eran un auto lardivo.
▬No
puede ser
▬Porque
tú lo digas
En el
altar mayor de la catedral de Luzbel que es una zahúrda de Plutón▬ el
infierno es una casa de acogida ▬alcancé a ver yo a un
mitrado muy albardado de casullas, roquetes y manipulos que daba la bienvenida
a los colegas recién llegados con una plática en la cual les decía que estaban
en la casa donde no se come ni se bebe y de donde no se sale nunca. La cueva de
los castigos infernales estaba debajo de una gran acacia que crecía en el
bulevar. Santi de vez en cuando les bajaba un bocadillo con carne de serpiente
y cañas de aceite de ricino ración de patatas bravas envenenadas, arenques y
pollas en vinagre.
Un
fraile se sentaba también como la madre lo parió pero ostentando la tonsura y
la cogulla sobre un sillón de nogal aforrado de guadamecí. Gritaba y se
arrancaba todos los pelos de la barba. Decía ay de mí en la hora que nací. Su
cara la estaba pintando el Bosco en uno de sus cuadros. Junto al departamento
episcopal estaba la sección de los periodistas que eran incontables los que
estaban allá pero su número era superado por el de los abogados y los rábulas
espolistas en pelo malo. La leva de políticos era tan larga que ni te cuento:
Trump con su trompa elefantina diciendo que aquella noche era la navidad y no
se iría de picos pardos,
▬Con
tanto malvado como hay en el mundo no se coge. Sacadnos de aquí. Estamos hartos
de penar y sufrir.
Al
grito de auxilio acudía el infernal demandadero y les daba la vuelta a la
parrilla para que se torrasen un poco más como san Lorenzo.
No
había en el infierno aliviaderos pues allí no se come ni se bebe ni se mea ni
se caga, todo es penar y crujir de dientes, y para siempre. Para siempre. en
medio de esta algarabía de voces y gritos y blasfemias se escuchaba el barboteo
de las perolas donde cocían sus cuerpos, calderas de pez y aceite hirviendo. la
atmósfera era salobre y sobrecargada de un hedor mefítico. Los fámulos del
Pateta se apresuraban a torturar a los predichos con esmero y diligencia
cumpliendo las órdenes de Lucifer de manera implacable. en aquella alcaicería
del furor los que gritaban fueron sepultados en una montaña de cal viva:
▬ ¿No
estábamos redimidos por
▬Penen
los rufianes y tengan su merecido.
A las
quejas del purpurado respondió el gran esbirro con un tizonazo en sus partes
pudendas donde tanto duele.
Atollite
portas antiquas abran la cancela pero las puertas de Jerusalén estaban
cerradas. La ciudad santa había sido bombardeada por tres misiles nucleares. me
quedé pasmado ante aquel cuadro de destrucción masiva. Alligieri Dante me
señaló a res prelados de blanco que la impostura glorificó como santos y
estaban en cambio sumidos en la gehena. Eran Pablo, Juan y Wojtyla. Aturdido
por la gritería y el espanto pasmado de las blasfemias vi cómo el Santi el
mancebo de la tasca Julifer también lo llamaban el Bar
▬¿Qué
dices Etsi?
▬Yo no
digo nada. Lo tuyo no tiene solución. Me dejaste abandonada para irte con otra.
Le
dije que había navegado en galeras remando contracorriente con toda la canalla
de un barco que iba a ninguna parte y ahora me esperaba aquella tronera porque
de seguro que yo también era un malvado al que Queronte justiciero aguarda.
Tras un infierno en vida me esperaba otro en muerte. Es el fin; me arrojarán a
la trena donde no se come ni se bebe ni se caga ni se mea durante toda una
eternidad. Sicio. Tengo sed. Un verdugo mojó mis labios con esponja de vinagre
y el Santi diome a beber un potingue de cerveza calamocha mezclada
con zumo de rabo de culebra.
▬No es
justo ▬lamentabase Gumersindo Manahén Arije ▬ que
en las zahúrdas de Plutón nos den carena. Don Francisco de Quevedo el profeta
lo había pronosticado. él tuvo también esta visión. Se ha torcido mi destino
cual tibia de alcazuz que cruje entre las mandíbulas del quebrantahuesos. En
aquel instante un sacre altanero que se desbandó vino a posar sobre la copa de
uno de los tilos de la avenida, al instante en que circulaba un 45 de la línea
de autobuses urbanas. El vehículo recibió una gran cagada en el parabrisas
mientras los palomos cojos caminaban, señoriles, recitando plegarias por el
bordillo sin hacer caso del buitre que desde arriba los echaba el ojo. Ellos a
lo suyo a picotear cáscaras de altramuces y pipas que tiraban las niñeras
cortejadas sobre los bancos por militares sin graduación. Un cabo de
Gumersindo
odiaba a las palomas urbanas que echaban a perder las aceras de la ciudad con
sus deyecciones. Bajaban los viandantes saltando entre las bostas de palomizo y
perrizo porque la población canina igualaba casi en número a los siete millones
de habitantes que tenía
Madrid
La
escena del cabo moribundo de bronce en manos de la enfermera me recordaba a mis
compañeros del tabor de regulares cando serví a la patria; aun sabiendo que
esto hoy no se lleva Arije se sentía muy ufano de haber hecho la mili en
regulares y cantar por lo bajini aquello de soldado estoy de España y estoy en
el cuartel contento y orgulloso de haber sentado plaza en él. Florence
Nightingale habita entre nosotros y si no hubiese sido por estas enfermeras que
son monjas laicas y a su vez matronas y madrinas de guerra que dieron su vida
por España hubieran muerto solos como los perros en algún blocao de Xauen o de
Dar Akoba nuestros queridos soldaditos llenos de valor. Eso se supone. ¡Bah! no
me quiero poner sentimental. Canta la coruja en la rama del roble. Ya están
llamando. Vuelvo sobre mis pasos a desandar lo andado. Enrollo el cordel y el
zumbel de la memoria empieza a moverse sobre el firme del bulevar. Camino solo
ladera abajo con mis pesadumbres. No es que quiera mucho a los moros. Les
comprendo. Son algo testarudos, muy orgullosos. Respeto sus lilailas pero yo me
quedo con los salmos. No va a ser cosa de cargar las tintas y aljamiarse y
renegar de la fe de Cristo como hacen algunos.
Conozco
a los musulmanes y ellos creo que me conocen a mí pero ni tanto ni tan calvo.
No lo puedo remediar. Dicen que es un pecado matar en el nombre de
dios pero la biblia es un libro de hazañas bélicas con resabios porno y yo
marcho a rebalgas perseguido por mi sombra por Reina Victoria. Debo parecer un
paracaidista inglés desfilando por Buckingham Palace en la parada del Trooping
of the Colour. El día del santo de la reina que acontece en London en el
bello día de junio. Me dicen los ingleses que, como su Majestad le da que se
las pela al zumo destilado del enebro con gaseosa, no se le acabará el carrete
en mucho tiempo. La reina madre vivió 102 y ella puede que se plante en los
115. Así que el heredero, al que llaman el Orejas, el que soñaba con
convertirse en tampón higiénico (coño qué metáfora) de doña Camila la mujer del
alabardero, para verla más de cerca, lo tiene claro.
Tengo
una gran colección de arabismos que exornan (palabras que empiezan con el
artículo al) nuestros diccionarios pero de niño sobre la cabecera de mi cama de
madera había un cromo de la batalla de Clavijo en el que el artista pintaba
torpemente la figura de Santiago Matamoros alzando su espada sobre un caballo
tordo. Derribados y bajo los cascos del caballo del apóstol aparecen unos
cuantos turbantes pidiendo árnica. Siempre me impresionaron los rostros
desencajados de esos agarenos que el pintor rural quiso que fueran negros o
medio mulatos, de modo que sus pelambres contrastan con las barbas y melenas de
un blondo y triunfal Hijo del Trueno que para eso fue patrón de los godos
durante siglos hasta que llegó la monja andariega, madre de los
conversos. Ya que buen trabajo le costó a Francisco de Quevedo defender su
auspicio castizo de España por San Jacobo dándose de cuchilladas con el de los
cristianos nuevos, que defendían a santa Teresa en el compatronato, y bajarle a
Boanerges de su pedestal glorioso, al grito de Santiago cierra España.
Estábamos trazando rayas en el aire, queríamos arar surcos en la mar. Nos falta
a los españoles voluntad colectiva, por eso somos un país de conversos, desdichados
y a media hacer enchufado a las veleidades de una monja andariega e inquieta
que podía ser precisamente la que me arrimaba las nalgas en el trolebús a mí,
deseando ser traspasada por el rayo místico. Quiero que me penetren. Voglio
una donna.
Apañados
y apretujados íbamos aquellos estudiantes sardinas en lata del futuro. Nos
hemos olvidado del caballo blanco de Santiago. Por estos tesos pululan los
curas libidinosos, las monjas que se dan a la fornicación y ansían ser
penetradas por el dardo divino.
Yo por
lo menos le prefiero a
El
Santi se descojonaba.
En el
Kiss bailaba la bacante Micaela. Había algo divino, un halo superior en aquella
negra. Parecía una sacerdotisa de Venus color ébano pero el diablo,
que siempre anda por Cantillana, movía la lengua y le hacía pronunciar cosas
extrañas en diversas lenguas. Yo salía renovado de aquel cuchitril de paredes
rojas color vino de la calle
Según
Roma, la tribulación aguza la inteligencia y la alegría hace bajar la guardia a
los humanos. Para los talmudistas es un error imperdonable ir de bueno por el
mundo.
Estaba
Santi el del Julifer, el bar de la esquina, hecho un brazo de mar en su telonio
despachando cañas de cerveza y mirando de reojo. Zamora no se ganó en una hora.
Qué va a ser... lo de siempre. Ya no vas al Kiss. Qué es el Kiss preguntó un
cliente con pinta de guardia civil franco de servicio y dijo Santi un puticlú y
yo dije ya no me vaga estoy jubilata soy un cabo pieza al que se le jodio el
goniómetro y el Santi que aquel día se había levantado con el pie torcido se
cachondeaba de mí ante el secreta. Además repuse lo cerraron desde que mataron
a Manolo Cantalejano. Creo que fue la mafia rusa y Santi corroboró:
—Je a
éste cualquier día le colocamos las pulseras y lo llevamos a
la comandancia. Lo malo es que tiene las muñecas gordas.
El
Santi era un suma y sigue de su hermanan Leonor a la cual le gustaba faltarme
al respeto cuando subía a tomar café de las mañanas del tiempo que se fue. Por
sus interferencias la hubiese dado yo una en los morros pero no valía la pena.
Hay que resistir cuando la gente pide bronca y poner en practica el consejo de
mi abuelo que era de
— Tú
tienes madera de asesino en serie.
—
¿Quién yo?
—Sí,
tú. No te hagas el longuis
—¿Por
qué?
▬Buscas
el trato torpe con mujeres públicas. Eres algo seductor y encantador de
serpientes pero insensible al dolor ajeno. Hundes tus fauces en el légamo del
egoísmo. Tienes los pies planos y me da que eres algo impotente. Esto de la
impotencia de don Juvenal fue corroborado por el sanabrés que poseía buen ojo
clínico para tales alicientes
El
camarero sanabrés pronunciaba su diagnóstico de manera contundente. Seguramente
había leído a Freud. No. Eso imposible: Santi era de los que jamás han leído un
libro. Esos españoles que pertenecen a un país en el que menos se lee y más se
publica. Vanidad de vanidades. Me quedé de un aire. Ser gordo en España y
atiborrarse de lecturas, mala cosa. Pero nunca pondréis, malditos, bozal al
buey que trilla.
—
Calma no hagas caso a esa bruja.
Pese a
las impertinencias y humillaciones, estaba yo allí todos los días a la hora el
cafetín. Me atraía el abismo. Templanza. Moderación. Circunspección y voto de
silencio. Todo menos darla un par de hostias. No te pierdas, Gumersindo. Y por
más que me proponía alcanzar tales virtudes jamás lo conseguía. A lo mejor el
Santi llevaba razón: yo, arrastrado de mis malas inclinaciones, podía liarla
parda hasta el punto de convertirme en un asesino en serie. No me gustaba mirar
los telediarios porque me daban ganas de vomitar y después matar a ZP. A la
rubia de bote el chocho morenote esa lozana andaluza que pronuncia encendidos
discursos simulando la verborrea de los delegados de curso de
▬¿A
causa de la tos ferina?
▬Paez que
sí
Llevaba
el féretro un carro tirado por un tronco de corceles blancos y a Arije que
caminaba detrás del cura portando la cruz alzada y cantando el entierrillo
aquellos caballos le parecieron que iban trotando por los cielos nuncios del
Apocalipsis.
Mientras
tanto, los narcopoetas escanciaban yámbicos blancos y las poetisas se llamaban
poetas desde que se popularizaron los versos perroneros de Gloria Fuertes que
era bollera. Alzaron el pendón del orgullo
vaginal. rNo
somos poetisas que nos llamen poetas. Hay que ver estos de la involución
feminista en qué tonterías se fijan llevadas por su odio al macho y sus deseos
de aniquilar la vida. Yo quise entonces cambiar el mundo mediante la palabra
pero no pudo ser. Mis parientes ponían oídos de mercader o se mofaban de mis
súplicas. En España escribir es un vicio y yo no era más que una pobre flor de
jara, un hijo de la lluvia. El arcipreste Julito y el padre Eguillor que se
torra en los infiernos ya me lo habían dicho:
▬Arije,
tú nunca entrarás n el paraíso. Mala suerte, chaval. Te salió el esteatoma. Y
un zaratán en los pies es para las ocasiones. Creciste en un mundo sin amor.
A
pesar de todo fui por el mundo anunciando nuevas y contando cosas, navegando
por mares de envidia y mediocridad. No entendían mi lenguaje por yo empleaba
los subjuntivos y la consecutio temporum latina y ellos,
pagados de si mismos, se creían los reyes del mango pegados a la alcachofa, y
al micrófono rebuznador, verdaderos “maqueraux” de los portavoces
profanadores del lenguaje de la comunicación, butanitismo informativo,
cabrones con pintas. Mi tío Hans murió en Stalingrado y monta guardia en las
estrellas. En noches de desolación nos comunicamos utilizando un télex
particular que me conecta con la ultratumba. Escucho los tambores que
anunciaron la desolación. Siento piedad por tío Hans y todos los que cayeron en
aquel terrible mes de enero e 1943. Nuestro futuro se derrumbó entonces y vamos
muchos dando tumbos por el mundo. Sin embargo llegaría un día de venganza. La
mentira no puede durar mil años. Los serviolas de proa anuncian una noche larga
en la mar. Surgen sombras a popa. Caminarás sobre el áspid y el basilisco,
romperás los eslabones de las cadenas que te ataron. La nieve y la escarcha (Imbert
et nix) pasarán pero no mi palabra. El Señor que es buen marinero de altura
nos largará una estacha. Mientras tanto, escucho el ruido de los cerrojos que
se abren y cierran en libertad. Los mueve una mano invisible. Ecos que se
grabaron en la piedra de los castillos y matacanes por cuyos pasadizos yo
corría en mi infancia. La piedra guarda los mensajes crípticos. Son ondas del
más allá. Haplología cíclica. El pan de los mastines. Los guardias de seguridad
que guardan la viña bajo el gario de oro de los cuatro dientes: justicia,
fortaleza, prudencia y templanza. Todas ellas abocan a la continencia, la
modestia y la abstinencia que proporcionan alegría al mal y al cuerpo buen
banzo son las virtudes más importantes. Son sus contrarios el hambre, la peste
y la guerra los más destructivos. Después como todo se renueva florece un
tiempo distinto ex novo el abismo. Los poetas son sus heraldos pero muchos son
crucificados porque no son del gusto de los tiranos que traen arrastrándose
tras el carro triunfal a sus propios profetas. Dejen paso a los adoradores del
Becerro de Oro. También sigue a los tiranos una cohorte de nuevos ricos, de
teloneros, de periodistas comprados, y de abogadotes rábulas
picapleitos. Los globos se desinflan y se estrellan contra el asfalto del Paseo
de
Una
cuadrilla de negros en un banco en mitad el bulevar recién desembarcados de la
patera y a las que las autoridades habían mandado para acá estaban sentados sin
trabajo. Iban pululando de acá para allá y robaban carteras a los
borrachos mientras dormían descuidados sobre los bancos del bulevar la zorra
suprema zupia calimocho y ginebra de garrafón mezclas explosivas. Todos -eran
lo menos ocho- ocupaban un banco municipal. No tenían currele y estaban de
brazos caídos porque esto no era lo que les habían dicho: esto es el paraíso.
—
Venimos a España a que nos mantengan. No vamos a pegar golpe.
Acababan
de aterrizar en Madrid como aquel que dice pero después de la patera ¿Qué?
¡Pobrecillos! A matar o a robar o hacerse el culo de una puta vieja.
— Pues
ninguna lástima te han de dar, Arije — solía decir mi novia Etsi
En
ese caso estaríamos hablando de turismo sexual o de un nuevo tipo migratorio.
Me daban un poco lastima, la verdad. Este país fue cruce de razas y empalme de
fronteras. La esbeltez de las nubias contrasta con las abotagados rostros
ecuatorianos de piel cobriza que parecen mismamente corchos de botella con
perdón pues así tienen el talle y cara de buenas personas casi todos estos
ecuatorianos inditos que a mí no me molestan. Madrid ya no es rompeolas de las
españas sino el abra donde convergen todos los mares del mundo. ¿Esto es malo o
bueno? Yo que sé. Al principio nos preocupábamos y decíamos pero esto ya no
puede ser. Venida la pella, y como no los puedes vencer, únete a ellos, sálvese
el que pueda. A
Entré
en el bar Tera. Zamora no se gana en una hora.
—No
digas sandeces, Fabiniano.
Pocas
veces le había escuchado llamarme por mi nombre pero aquella vez su llamada
sonó apelativa y tierna transmitiendo en su inflexión ciertas querencias de la
infancia olvidada. Se sintió generoso y luego le invitó a absenta después de
comer. A la salida del zamorano cada uno de los dos hermanos tiró para su lado
el uno para la derecha y el otro por la izquierda. Cuídate y no te
apures. Todo eso que pasó ya pasó y habrá que echarlo en el olvido. Si no
fueras tan gafe, te llamaría de vez en cuando pero la gafancia no se cura... y.
Tocó madera. Había una papelera de bambú en las escalerillas del metro y la
rozó con la mano izquierda. Estoy seguro de que Fabiniano ya me ha pasado la
galerna. Era como si en el alma me hubieran sacudid un linternazo. Un ventalle
de perdición, hijo mío. Yo soy Baruj Arije y no se por que me pusieron Baruj ni
cual es la raíz del arije. Seguro que es un nombre moro. Recordó a Malitva una
hermana que había fallecido de cáncer de tiroides. La salieron unos bultos en
el cuello y se le inflamaron como cuévanos las cuencas oculares. Era muy guapa
y rubia y de la noche a la mañana perdió el pelo. Se puso monstruosa. Ella
también era una Arije. Vivió poco tiempo: treinta y cinco años. Dicen que lo
del tiroides la vino en el sobreparto al tener el primer hijo o fue el marido
que era un pirata y un moro en el mal sentido de la palabra. Pobre hermanita.
No
tenemos mucha suerte los de la familia. Avanzamos por la vida con la cargazón
de la culpa. Pagamos por los pecados de otros. Somos del pueblo elegido.
Elegidos sí para sufrir. La cosa no es para tomárselo a broma pero yo suelo
hacer de tripas corazón. Le saco partido a la vida. Buen yantar buenos vinos
buenas mujeres alguna que otra si se tercia y sobre todo buenos libros y buen
tabaco. Me he fumado lo mejor de Vuelta abajo me he bebido cubetes enteros de
Vega Sicilia. He amado la literatura profesión que nos inmortaliza y no fenece.
Que grande eres, Dios de Israel. Como cuidas de nosotros aunque a veces nos
mandes castigo. Será que nos lo merecemos. Hemos siempre de estar preparados y
ser congruentes con nosotros mismos para cuando sople el viento de perdición
que extinga la llama de todos los cirios. Otros tienen oscuridad pero los
Arijes vamos por la vida destellando rayos lumínicos. ¿Será eso por lo que el
profeta nos define como Vas electionis? ¿Será eso por lo que me pusieron al
nacer Baruj?
Y
entretenido en estos pensamientos místicos deambuló por la ciudad.
—
Chupaaa.... folláaaaa
—Bueno,
bueno niñas qué cosas tenéis. Dejadme en paz. Yo tengo otras preocupaciones.
Ale, ale, a casita que llueve.
Pero
cuanto más les amonestaba mas se le arrimaban las pigmeas. Se llevó la mano a
la cartera. Estas prendas vienen por algo. Tuvo que ponerse serio Arije y sacar
la poderosa cabritera de muelle que llevaba en bolsillo. Al ver la
de Albacete se espantó toda la bandada y lo dejaron tranquilo. En sus
cavilaciones se le había pasado la noche y tuvo que esperar barzoneando hasta
que abrieran el primer metro. De noche la ciudad resulta casi una desconocida
otro dibujo otra alma y otra vida pero él había sido un noctívago dado al
trasnoche y amaba las madrugadas sobre todo las amanecidas aldeanas cuando se
escucha a los gallos quebrar albores. A las cinco de la mañana todo parecía que
despertaba y poco a poco se notaba un aire de actividad y de currele. Tenía
frío. Era lunes santo y ya se notaba la proximidad de la primavera. Se
escuchaban cantar los pájaros en las frondas del Retiro. Toda aquella huida de
Arije de su propio laberinto y de su castillo interior a la negrura de la noche
tenía una explicación. Se había pasado la tarde entre bostezo y bostezo
haciendo zapping por televisión hojeando a rastras insustanciales periódicos y
suplementos dominicales subidos de color y de desnudeces pero entecos de ideas.
Para él estaba visto que la belleza no estaba plasmada meramente en el felpudo
de la modelo exuberante que por una vez se retrasa mostrando sus líneas. Para
él la belleza era la filocalía. No estaba en torsos ni en senos flotantes sino
en la belleza interior. Una mirada una palabra amable una risa feliz una
canción de quintos. Los nuevos periodistas explicaban a sus lectores a lo largo
de una serie de reportaje su pan comido: ha nacido, señores, una nueva
religión. Ahora todos somos laicos. Los gimnasios habían sustituido a las
capillas en su misión soteriológica. Era el síndrome de la catedral vacía de
fieles y llena de turistas. La descristianización progresiva, los largos
puentes de fin de semana. El alzamiento de pesas. La barra fija. La bicicleta
estática y otras calistenias. La gordura es un pecado mortal y el peor diablo
el de la grasa. Los flamines del tercer nivel habían sustituido a los curas y a
los obispos. Echaron el cierre las rejillas de los confesonarios, derribaron
pulpitos y ambones, el purgatorio no existe y el infierno fue una fabula que se
inventó el Dante así que hemos instaurado la religión nueva. Todo cambió.
Acababa de hacer explosión el coche bomba en Leganés. Le daban escalofríos de
pensarlo. Aquel piso que saltó por los aires entre suras a Alá y la muerte de
un geo. Dios aparta de mí este cáliz. Líbranos de la peste y la guerra. Era
buena persona en realidad Arije. Le tocó vivir un tiempo difícil a lo mejor la
culpa la tendría su hermano el gafe o que un resorte había fallado. Estaban sin
embargo cumpliéndose los designios que había ido desparramando a lo largo de su
obra anepigráfica.
—Tío,
eres todo un baluarte
—Pero
carezco de antivirus
—Que
va. Lo que pasa es que estas apoltronado hecho un oso buco. Has de caminar más.
Pasas las horas muertas ante la cuartilla blanca. Eternidades de ordenador.
Pero ve lo que aguardabas se ha cumplido. Has logrado tus sueños. Tú sabes. Tú
puedes.
—Ya lo
sé.
Había
que quitarse el sombrero. Arije no había fallado un punto en sus vaticinios. Ya
lo sé que te has pasado tres pueblos que vives en otro mundo pero que se le va
a hacer. Sonreías a los insultos. Eres un cobarde y encima te quejas.
Todas
estas predicas difundidas a beneficio de inventario sin embargo no valían para
nada, no le decían nada. Arije se paseaba por la roca del precipicio haciéndole
un calvo a la vida y a la muerte. Vio unos demonios so capa de monos forajidos
copulando furiosa y fugazmente sobre la rama de un ailanto del jardín botánico.
Ciertamente había demonios en el jardín. En ese jardín. En todos los jardines.
Quizás el jardín se alzaba sobre un cementerio y allí estaban los huesos del
profeta Ezequiel en trance de alzarse y muchas noches sobre los cielos turbios
de la capital se elevaban como vaharadas las trazadoras de los fuegos fatuos.
Debían de ser lo muertos de la guerra civil o el ralentí de ciertas bombas que
no estallaron. Castor y Pollux un poco más ya junto a la fontana de
—A que
no me coges.
—¡Uy
esos! Parece que van mal.
Por
fin llegó tras mucho caminar, pasados los pontones del olvido, al
intercambiador Digital una cochera inmensa debajo de los cimientos mismos del
Arco de Triunfo. Estuvieron trabajando obreros actividad frenética día y noche
para tenerlo a punto que lo tenía que inaugurar don Cejas para
—El 39
fue un año triunfal. Ese año un primero de abril entró la fuerza por acá, en
este mismo punto donde nos encontramos. Entraron las banderas por Princesa y
justo aquí fue el empezar y se desplegó la roja y gualda. Un alférez alto y
grande la llevaba.
—Que
bonito! —dijo el de la partida que tenía un brete y una pihuela atados al
zapato — pero para de hablar, lechuza que nos interrumpe. Lo que nos traemos
nosotros entre manos es importante.
—¿Qué
puñetas hacéis?
—Estamos
conspirando.
—¿Así,
con ese uniforme de penitenciarios? Ya tendréis ganas.
—Tú ya
verás. Tú a oír ver y callar.
Puede
que el 39 fuera año triunfal pero de aquella fecha ya nadie se acordaba. Ahí
estaba la fecha de la inscripción latín con una leyenda en números romanos. La
zorra mirando para arriba. El asno de Buridán plegó las orejas y un hermeneuta
con un puntero iba desglosando como un parte de incidencias el meollo de la
frase: “Armis hic victoribus mens jugiter victura monumentum hoc” (A las armas
victoriosas este tributo). Los romanos más que escribir esculpían como acuñando
moneda para la eternidad y vio por un resquicio de la memoria al autor un
catedrático con las manos llenas de tiza y la chaquetilla cubierta de polvo que
hablaba con una palatización de abiertas como en el Ampurdán. Lo escrito en
piedra no es lo mismo que la escritura en papel o en papiro que es un poco la
escritura en la pared de la cena de Baltasar. Frases para durar. No una pluma
yo lo que anhelo es un buril. Y allí vio en lo alto del cielo al profesor
Mariner mártir de la democracia o la contrademocracia fulgiendo como un ángel
al lado de San Juan y de Tito Livio y de Virgilio. Armis hic victoribus. Mas,
todo eso pasó. Se fue. Pasó. Ábrete. Mundus transit. Pasa página. Animo pues,
amigo que para eso tienes nombre de poeta y apellido de pámpanos. Eres todo
ubre y pámpano. Todo medula. Lo veía al pobre Baruj Gumersindo Arije. Tenía las
espaldas un poco encorvadas. Le había tundido lo suyo la vida y el pelo se le
había vuelto totalmente blanco. Andaba gambado por una ciudad que fue la suya y
ya no le pertenecía. Por sus calles iba y venía meteco o exilado en su propio
país. Sólo tus sueños te pertenecen pero la ciudad ya no es tuya y hasta el habla
siendo la misma es extraña. Todo es extraño. Los rostros, mohínos y
distantes la gente amargada y con cara de ir a lo suyo. En las caras se refleja
la infelicidad que procura el egoísmo y la desconfianza. Madrid me mata.
Transitar por el Arco de Triunfo. Circular por debajo del Arco del triunfo por
donde pasaron las cohortes de Complutum camino de Legio Séptima no es lo mismo
que pasarse todo bajo el arco de triunfo, Arije y hay que pasarte por ese
epicentro del mismo sitio ya sé que tienes anchas espaldas y alforjas
esterones, artolas, baúl para guardar tantos agravios.
Puf.
Todo lo que me echen.
Pero
para él las calumnias las injurias no eran tales injurias sino peldaños de la
escalera del Cielo. ¿Agravios? ¿Tantos? Sí. Señor. Tú sufriste muchos y marcaron
tu santa faz en el Lithostros. ¿Entonces de qué coños te quejas? No seas
zarrioso Arije. Vuélvete a casa. De noche en Madrid todos los gatos son pardos
y esta es la ciudad de los gatos. Pasé dolores de Getsemaní pero sin Magdalenas
pero sin magdalenas que ungieran mis píes con pomos de nardo ni Verónicas que
me salieran al encuentro con sus paños. La conversación con el antiguo colega
me ha dejado de un aire y sin saber a qué carta quedarme. Nadie se solidariza
con nadie. Nadie quiere saber ni entender. Nadie te ayuda. Estás solo.
Atravesamos el desierto el ponto líquido. Tiempo de Acuario. Todo parece que
fluye. Es líquido. Tiempo de liquidez. Un moro bajó entonces por la escalinata
con una gran alcatifa a cuestas. Era un mohamé manumiso exarico para los que
Madrid nunca será Madrid sino Majeriíta. Al menos ellos tienen esa idea. Para
ellos no ha pasado
AÑO
NUEVO ESCUCHO LAS CAMPANAS DE SAN DANIEL
Primero
de año estreno doce nuevos meses de vida. Arije se levantó después del gran
catarro que amargó su nochevieja. Escucharon villancicos en la radiogramola y
bailaron algo, salsa sobre todo que es la música que baila su mujer orígenes
cubanos. Arije se desposó con una Ceiba. Misa en el Vaticano cantada en latín
tan de su gusto. Vio al papa cojo. Le dio un poco de pena aquel hombre. Cojea
el padre Bergoglio y cojeamos todos pero ahí vamos. Tampoco canta este
pontífice. Lo que más le gusta dél es su devoción a la madona inspiración
jesuita. Al final del oficio se cantó ante el pesebre Alma redemptoris
mater pero el portal no estaba tan iluminado como otros años. Luego
paseo por Reina Victoria y tuvo la dicha de escuchar las campanas del Día de
—Populum
voco. Mortuos prango. Vulnera frango[1] y aquella voz sonora del viejo
monasterio san Daniel uno de los muchos monasterios del Cíngulo
Dorado— el circulo de oro constituido por torres, espadañas y muros sagrados o
sacra menia que circundaban Madrid por la parte norte y sur de Moncloa—le
retrotrajo a aquellas maravillosas enseñanzas que había aprendido sobre la
liturgia romana en sus años de seminario. Tuvo el convencimiento que la iglesia
no son las encíclicas papales ni la doctrina con moralina sino algo mucho más
alto lo que eleva el corazón. Es la teología, las súmulas tomistas y el gran
acervo de la tradición. En el monasterio de san Daniel
escuchaba la misa de cazadores el rey Enrique IV al alba antes de recorrer los
montes del Pardo a la caza de jabalíes y en su sacristía al pobre rey segoviano
lo envenenó un monje por mandato de Palencia cuando regresaba del monte
sediento y sudoroso. Diole al monarca a probar una pócima de hierbas con
mezclas aromáticas y gaseosa. El tañido de aquel modesto campanario hoy
convento de monjas le llenó de paz. Las aves huían asustadas por el cielo de
Reina Victoria, las palomas buscaban refugio en las helgaduras de las tapias.
En el Islam no hay campanas. Al moro el sonar de la campana le asusta pero
Arije se sintió ampliamente gratificado en su catolicismo, un catolicismo
ferviente que renacía en él cuando
Liturgia
es el culto publico a Jesucristo lo había aprendido él cuando era adolescente y
no podía desquitarse de esa idea. Tal vez por tozudez o por prejuicios. Arije
era tozudo y no precisamente uno de esos que cambian con facilidad de chaqueta.
A Dios le gustan los cantos de alabanzas y esta idea viene del antiguo
Testamento. En la liturgia converge Cristo con Sión y la cosa no tiene vuelta
de hoja. Todo este entramado es expiación, oración, acción de gracias,
adoración sacrificial y canto de alabanza. ahora lo pretenden destrincar los
adoradores de Satán.
La
iglesia es una y múltiple. Posee la gran riqueza de la diversidad de cultos en
su capacidad de católica o universal, apostólica pues proviene de los
apóstoles. Está fraguada en símbolos que por desgracia ignoran muchos de los
fieles que participan en los cultos (santa ignorancia) pero es menester
entender las ceremonias y rubricas de los diversos cultos rituales. En la
iglesia occidental existen varios ritos distintas fórmulas de adoración: el
galicano francés, el medulano de la iglesia de san Ambrosio de Milán el
bizantino griego y muzárabe-visigótico que aun se celebra en la
primada de Toledo A Arije el rito muzárabe era el que más le inspiraba por su
españolidad y sus adherencias al bizantino. En él abundan preces y letanías —
hesicasmo o repetición de una frase pronunciada por Jesucristo o de los
Evangelios como los kiries que impetran la piedad del altísimo—. En mi opinión
las lenguas vernáculas han roto por una parte con la tradición y por otra
vacían el sentido en que el verbo divino habló en el monte. Por ejemplo en el
ultimo evangelio han traducido et tenebrae eam non comprehenderunt
por no le entendieron cuando en realidad semánticamente lo que significa es que
la luz fulge y las tinieblas no apagaron esta luz que vino de Oriente. Los
motetes, los himnos eucarísticos, las secuencias forma parte de un fenómeno
privativo del cristianismo: la filocalía o amor a lo bello del que carecen los
otros credos. Es el Cristus Musicus que se entroniza a través
de las musicales notas en el pantocrátor. Además, las vernáculas han despojado
a la iglesia de su universalidad ingénita. Arije no podía por menos de vapulear
las enseñanzas del Vaticano II. El creyente tiene la obligación de estudiar su
fe y de iniciarse en lenguas que le son ajenas como el latín o el griego o el
hebreo como hacen los talmudistas que estudian constantemente la palabra de
Dios. Rito de iniciación. Hay muchas cosas que no se entienden sino a través
del legado de la fe. Y estos misterios nos vienen de los ritos órficos de donde
arranca en parte la liturgia romana que quiere quiso cristianizar el paganismo
y en la vida todo es liturgia y rito, fulgor, normativa y regla, cauce de
convivencia, lo que diferencia al ser humano de los animales irracionales. Los
símbolos nos cercan a Dios. El pez, la paloma iztios, axios el
crismón el anagrama que llevaban los legionarios cristianos en tiempos del
emperador Valerio. Los que atacan a la iglesia por esa milonga de los abusos
sexuales que siempre los hubo y los habrá desconocen esta categoría primordial
de nuestra religión. Reducir el depósito de nuestra fe a los pecados de la
concupiscencia humana es una aberración. La liturgia católica tiene estirpe
teatral. Conviene recordar que el teatro nació en los atrios de los templos
cristianos. Autos de navidad y de pasión: Shakespeare, Calderón, Lope, Tirso y
luego la riqueza estatuaria de los ábsides capiteles y cimacios románicos con
la representación de las sibilas, el infierno, los martirios, las misericordias
del coro donde quedaron labrados algunas advertencias donde colocan sus
posaderas los canónigos sobre la presencia del maligno den el mundo al cual
Arije
después de estas consideraciones y halagado por la presencia viva del Cristus
musicus se santiguó y entró reverente en el pórtico de la iglesia de san
Daniel. Las campanas seguían propalando su melodía a la ciudad de Madrid
anunciando orbi et orbi
Bajé
la cuesta, era tan empinada que con frecuencia el tranvía se atascaba por no
poder con tanta gente, los estudiantes se bajaban y a empujar. En una esquina
la casa chalet de Sebastián Miranda que velaba las armas cara al sol y los
aires de la universitaria. A izquierda de la bajada se abrían las bancadas del
Estadio Metropolitano y todavía el viento de la sierra del recuerdo traía y
llevaba los sones de aclamación cuando Collar desde la extrema izquierda
marcaba Gooool, el grito de júbilo resonaba por toda
El
bulevar en rampa de Reina Victoria cambió de nombre. Daría luego en llamarse
Roca Tarpeya de Salamanca. Ya se sabe lo que naturaleza no da no te lo presta
Salamanca. Cuestión de másteres. Los másteres de Perico el de los Palotes que
quiso ser presidente, sentarse de culo en Moncloa alto paramentos aunque
haciendo trampa. Los tiempos de Donald Trump fueron una trampa cuando sonó la
trompa de Eustaquio por
─Perico,
tú machaca todo lo que se ponga delante de la torre de tu tanqueta. Acaba con
los Españoles sin piedad, límpiate los mocos con la bandera de España y luego
los trapos que te sobren los trae para acá.
─Yes,
Sir
Y allá
que se fue el obediente Pedrito cargado con sus masteres, arrastrando las
chuletas de las páginas que copió con su cara de guapo. El enemigo no tenía que
embarcarse en un nuevo Vietnam los gringos son algo gallinas en cuanto empiezan
a llegar féretros de soldados abatidos por el fuego del Vietcong. Bastaba un
caballo de Troya para tal operación y darle el gobierno. Por la avenida bajaba
la manada. Gora san Fermín.
Todos
los días en Madrid es San Fermín y violan a una como en Pamplona esos putos
sevillanos de la infame Manada recua mogote y brazada de depredadores sexuales
siendo el más conspicuo uno que llamaban el prenda el más aguerrido el más
picha brava el que la tenía más larga una verdadera garduña de Sevilla.
Cogieron a una pobre chica que venía de los toros de San Fermín la bajaron las
bragas y allá en un portal mismo y haciendo un standing up se
la pasaron por las armas coito en cuadrilla, hubo un juicio y salió un rábula
en defensa de los fementidos y dijo:
─Señorías,
toda vez que la muchacha dijo no pero un no es siempre sí en estos casos no se
puede demostrar el estupro.
Hubo
en el país una verdadera conmoción. Las Fem se lanzaron a la calle indignadas
al amparo de la consigna: “un no es no y un sí es sí”. Cercaron la audiencia y
tiraban los sostenes a los magistrados se quitaban las bragas y se las tiraban
a los magistrados a los hocicos. A todo esto las reinas de las mañanas tuvieron
afrecho de su duerno mediático durante muchos días y las anarosas y las
susanasgrisos no paraban de darle al chisme de la propaganda. Los fulanos de
─Señora
ministra, su señoría tiene un culo muy prestoso y redondito. Habría que ponerla
mirando para el Cristo los faroles para pasar la tarde.
El
mozo de san Fermín bajaba por
Era la
hora de consultas en el clínico y los tranvías venían atestados de hombres y
mujeres que acudían a ver qué tal andaban sus parientes hospitalizados. Sobre
los setos de madera de boj que circunvalaba al gran caserón de la muerte en
cuyas salas se peleó con tanto denuedo en la guerra civil, pasaba lista
▬ Quiero
más. Dame más
▬¿No
tuviste bastante? Pues vale ya.
▬Chavala,
tú eres insaciable.
▬Give
me more. Give me more. I want it now.
▬Otro
toro que este no vale. Pase el siguiente
Y esta
era la lúbrica historia de los violadores en cuadrilla que jaleaban las prensas
nacionales sin ningún pudor.
Él
pensaba en Etsi aquella novia que tuco y le hacía el amor en el 600 sin llegar
a más. Tonto que fui, pensaba para sus adentros, con las mujeres no valen
medias tintas.
El
arcabuz fue el arma más letal hasta que se inventó la bomba atómica fulminante
y esparce un hongo de muerte al estallar. Carlos V el emperador se lamentaba
maldita la hora que a un chino se le ocurrió descubrir la pólvora. El salitre,
el azufre, el carbón y la mecha cargan de muerte a cualquier artefacto. Picos,
palos y azadones. Suban todos a cobrar que llegó el administrador. El personal
hacía cola ante los cajeros automáticos. Ya no había que acudir al banco para
pasarse por caja. Bastaba con apretar un botón. ¡Qué cosas inventa el hombre
blanco! Desde el año 89 todo ha cambiado para bien y para mal. El mundo es
distinto así en Ciudad de Méjico la más populosa del globo como en Becerril de
Campos donde no porta en invierno un alma. ¿El nuevo terror del milenario?
II
LUNA
DE ENERO
Lunas
fuertes de enero cuando las gatas tienen celo y en las radiantes noches los
árboles desnudos tiemblan bajo la helada. Había pasado las navidades en su
tabuco acariciando sus recuerdos circundado de libros y de papeles. Le vino
bien a su salud el ayuno pascual. Asistió a la misa de gallo por Internet que
celebró el patriarca Cirilo de Todas las Rusias el adalid que luchaba contra
las fuerzas oscuras. Aquella orgía de voces angelicales, iconostasios de marfil
el Pantocrátor en lo alto de la cúpula, casullas recamadas y el diacono que
cantaba:
— Xristós rasdaets
piite i pklanite yevó (Cristo ha nacido venid en adoración)
La
catedral de
▬ Los
feministas follamos más y mejor que los de la ultraderecha,
La
palabra ultraderecha y fascista no se le caía de los labios a los de You can
que se sentían amedrentados e impotentes ante Vox un movimiento que arrasaba.
Mucho presumir de potencia sexual y seguro de que el miembro no se les ponía
erecto para cubrir a las cabras locas del Contubernio Fem.
Arije
no tenía que ver con la ultraderecha. Era un anarquista, un rebelde como lo fue
Jesucristo contra el Sanedrín y se sentía satisfecho consigo mismo por haber
dado testimonio pero sus días los pasaba oculto en su esconce y las noches las
pasaba en blanco a causa del dolor de España que lo afligía. Después de salir
de la cárcel por haber asesinado a la funcionaria roja (fue una lacra en su
vida pero tenía demasiado temperamento) se refugio en el sotabanco de
Majadahonda. Le había quedado una pequeña pensión, podía pagar la pensión el
resto lo gastaba en tabaco y en libros en la cuesta Moyano. Nada sabía de su
familia. Etsi había venido a verle dos veces a la cárcel pero desde el año 92
no volvió a saber de ella. Asumía que había encontrado pareja.
Aquella
mañana amaneció radiante. Los niños de Madrid había sacado a la calle sus
camionetas, sus hombres araña y las muñecas que les trajeron los Reyes Magos.
Pese a
sus dolamas tanto espirituales como corporales se sentía contento. Había
llegado la hora de romper el ayuno. Se fue a comer al Julifer. Allí todo seguía
igual que hacía diez años. El Santis en la barra y
—Coño,
yo creía que te habías muerto.
No
supo qué decir ante tal insolencia. Pidió lentejas, gachopo y una botella de
vino. De postre arroz con leche y un chispacito de coñac.
Había
tres o cuatro individuos en la barra discutiendo acaloradamente sobre la
derrota del Madrid ante el Alavés. Nadie hablaba de política. Abandonó el local
satisfecho y por aquel dicho de que de la panza sale la danza recuperó su buen
humor pero ya en el autobús camino de casa empezó a sentirse mal. Le daban
arcadas pero no podía vomitar. Se le puso cara de luna de enero.
En la
parada final se acurrucó en un banco.
— ¿Se
encuentra usted mal, señor?
—Si
llamen a una ambulancia. Me muero.
Llegó
una ambulancia y Arije fue conducido de inmediato a urgencias. Allí perdió la
consciencia. Cuando despertó estaba en el quirófano de Puerta de Hierro rodeado
de tubos de mascarillas y de electrodos, enchufado a una maquina todo su
cuerpo. La medico una muchacha joven se acercó:
—
¿Qué comió usted hoy?
—Lentejas
y cachopo, algo de vino y un poco de aguardiente.
—
¿Dónde?
—En un
bar regentado por amigos míos
—Señor,
pues en las lentejas le colaron belladona ¿No se dio cuenta? Es un veneno que
puede causar la muerte pero al parecer es usted hombre de complexión fuerte.
—No.
Las lentejas estaban buenísimas.
—Le
hemos hecho un lavado de estomago. Creo que se recuperará. No obstante, quedarán
secuelas.
Arije
no maldijo a los que le quisieron envenenar. Lo aceptó como castigo por sus
pecados y un aviso del cielo para no volver a pisar nunca un chigre, tabernas,
una fonda sin homologar. Dios le había salvado de las garras de Erifos y de
SAN ANTÓN
Dio
gracias a Adonai por haber salido con bien del intento de envenenamiento
en el mesón de
En su esconce todo seguía igual. Un cuadro del Arcángel san Miguel le saludó
bajo la puerta. Vuelve a casa, pan perdido. En la calle, la rutina de siempre,
los mismos ruidos. Allí le aguardaban sus libros de rezos, sus estampas de
vírgenes y sus rosarios colgados de la pared y las linternas y palmatorias para
alumbrarse de noche. Había meses que le cortaban la luz por falta de pago y
estos hachones magnéticos le hacían buen servicio cuando se iba la corriente.
Uno de los rosarios era enorme medía dos metros y los dieces enjaretados en un
cordel de esparto los cinco misterios con los cinco gloriapatris rematando en
una cruz fabricada con la roña de la corteza de un pino santo que talaron para
ayudar a los creyentes en la devoción de santo Domingo los jerónimos del Parral
de Segovia, carpinteros a lo divino que hacían bancos y cruces para las
parroquias. Pero este sarta piadosa tenía cierto valor histórico porque había
pertenecido a Sor María de Agreda a Gumersindo Manahén Arije le inspiraba gran
devoción esta mística doctora que escribió más de veinte tomos sobre
Mediante dicha gracia ayudó y consoló en sus noches tristes a los misioneros de
Nueva España, así que mientras la priora de Ágreda en alma oraba sentada en el
coro de su convento su cuerpo era transportado por los ángeles al Nuevo Mundo.
Testigos presenciales la vieron bautizar a los indios de Guanajuato y gracias a
sus dotes los mexicanos conocieron las doctrinas de Jesucristo. Fue a visitarla
el rey Felipe IV a su regreso de su triunfal campaña en las guerras de Cataluña
fue aplastada la rebelión de los barceloneses levantiscos y la monja y el rey
se hicieron amigos. Es copiosa la correspondencia que se conserva de las cartas
entre el monasterio y Palacio. En ellas sor María amonestaba con dolor pero sin
acrimonia al monarca por sus excesos y amorosos desvaríos. Felipe IV tuvo fama
de mujeriego. No paraba de sofaldas damas de la corte e incluso aguadoras de
Madrid y actrices tan famosas como
─Eso
que su merced realiza, Majestad no sólo ofende a Dios y le conduce al infierno
también está muy feo─ le reconvenía la madre superiora de las concepcionistas
de Agreda.
─Ya
lo sé, reverenda madre, pero no puedo. No puedo.
El
cuarto de los Felipes, decía el doctor Marañón, tenía una libido desbocada, era
insaciable. Si hubiese sido reina hubiera padecido de furor uterino. En todo
caso su sensualidad se parecía a las de las mujeres. Sus biógrafos no ocultan
que llenó el reino de bastardos. Engendró a más de de setenta hijos naturales y
hasta podría ser que llegara a tirarle los tejos a sor María que era bastante
guapa pero no consta porque era una santa y devolvió escandalizada los billetes
enamorados que el rey le mandaba hablándole muy seriamente de las penas del
infierno y del cruel destino reservado a los concupiscentes en las Calderas de
Pedro Botero. A don Gumersindo le hacían reír estas cosillas. Pensaba que el
catolicismo en su rama conversa está obsesionado con las llamas infernales y
con el sexo pero él ya no era joven para escandalizarse por tales asuntillos.
Mirando las cosas con cierta distancia y sin apasionamiento, la misión de los
reyes es engendrar muchachos y la obligación de las reinas parirlos. Ardua
tarea porque muchas de aquellas pobres y tristes reinas morían de sobreparto y
no alcanzaban la edad provecta. De este peligro nos advierte una visita al
pudridero del Escorial donde se amontonan las sepulturas de recién nacidos
perro España y yo somos ansí, señora. Que quieren vuescerdes que yo faga. El
rey Felipe no lo podía remediar trigger happy de bragueta pero
nunca probaba el vino, la probaba la caza y tenía un gusto exquisito por la
pintura. San Antón la gallina pon y hasta san Antón pascual son. El padre Ángel
estaba solemne y más orondo con un ocho que no le cabía un piñón por culo
bendiciendo a los burros, los perros y garos del todo Madrid. Abrió las puertas
del templo en la calle Hortaleza a los nobles brutos Dios le perdone porque ese
clérigo asturiano culo de mal asiento que tiene un sexto sentido para sacarle
la pasta a los famosos desconoce que a las fieras no les está permitido pisar
sagrado y un día de San Antón yo vi a un gran danés tan enorme como un oso
andar por la predela olisquear las vinajeras de la credencia en el altar mayor.
El perrazo entre gruñidos y ladridos se puso a cantar la epístola de la misa
del día a los desamparados de Madrid. Su aspecto era feroz como el de un
Rotweiler. Creo que aquel bicho era la vera efigie del diablo que se le había
colado al padre Ángel entre los vuelos de sus sotana ínfulas animalistas y
buenismo pero no vamos ahora a sacar las cosas de quicio.
FUEGO AMIGO
Arroaban
los jabalíes crotoraban las cigüeñas crascitaban los cuervos relinchaban los
caballos mugían las vacas croaban las ranas mayaba la gata, cantaban los
canarios, gruñías el puerco, silababa el búho mayaba la coruja, cacareaba la
gallina, ladraban los canes de Zurita pero lo peor de todo es escuchar el
aullido del lobo en las noches de enero. El peor enemigo no es la fiera que te
muestra los dientes o escuchar al león rugir ante tu ventana sino el vecino que
te pasa la mano por la espalda. Los borregueros de Turégano se han echado al
monte con sus borregos y Valdivieso es un divieso en carne viva. ¿Estos son tus
amigos los curillas? Pues mira cómo te maltratan. Todos sienten hacia vos
rencor y omecillo. La ira no se les cura. El tuerto de Intereconomía devanaba
historias increíbles. Quería ser el primero. Me lo pido y lo mismo hacían Pío
Momas y otros autores carentes de ingenio. Explotaban el filón. Franco era una
mina. Tenían que eliminar al otro para que no les hiciese sombra y abrirse
brecha a codazos. Ya decía don Miguel que vivimos en un país de rencores pero
ese toro de Intereconomía no es un miura sino un bull de los de Rockefeller. No
te fíes mucho del pelo blanco va a lo suyo. Él y el tuerto pretenden ser los
defensores de España pero su afán es enriquecerse a sí mismo. A derecha e
izquierda se alzan los farallones derruidos de la patria mía. Tú sigue tu ruta,
no hagas caso. La chati del Pigtail se limpiaba el coño con una teja y ahora
tiene en su reserva papeles higiénicos perfumados, vive en una dacha de
Galapagar. Adiós Vallecas. Ellos defienden al obrero… de lejos. La política se
ha inventado en España para chupar imagen, henchir los bolsillos, discursear y
pedorrear. ¡Pécoras! Arrúan los jabalíes ya digo. El Santi y la farota de
FUEGO AMIGO
ARROABAN
los jabalíes crotoraban las cigüeñas crascitaban los cuervos relinchaban los
caballos mugían las vacas croaban las ranas mayaba la gata, cantaban los
canarios, gruñías el puerco, silababa el búho mayaba la coruja, cacareaba la
gallina, ladraban los canes de Zurita pero lo peor de todo es escuchar el
aullido del lobo en las noches de enero. El peor enemigo no es la fiera que te
muestra los dientes o escuchar al león rugir ante tu ventana sino el vecino que
te pasa la mano por la espalda. Los borregueros de Turégano se han echado al
monte con sus borregos y Valdivieso es un divieso en carne viva. ¿Estos son tus
amigos los curillas? Pues mira cómo te maltratan. Todos sienten hacia vos
rencor y omecillo. La ira no se les cura. El tuerto de Intereconomía devanaba
historias increíbles. Quería ser el primero. Me lo pido y lo mismo hacían Pío
Momas y otros autores carentes de ingenio. Tenían que eliminar al otro para que
no les hiciese sombra y abrirse brecha a codazos. Ya decía don Miguel que
vivimos en un país de rencores pero ese toro de Intereconomía no es un miura
sino un bull de los de Rockefeller. No te fíes mucho del pelo blanco va a lo
suyo. Él y el tuerto pretenden ser los defensores de España pero su afán es
enriquecerse a sí mismo. A derecha e izquierda se alzan los farallones
derruidos de la patria mía. Tú sigue tu ruta, no hagas caso. La chati del
Pigtail se limpiaba el coño con una teja y ahora tiene en su reserva papeles
higiénicos perfumados, vive en una dacha de Galapagar. Adiós Vallecas. Ellos
defienden al obrero… de lejos. La política se ha inventado en España para
chupar imagen, henchir los bolsillos, discursear y pedorrear. Arrúan los
jabalíes ya digo. El Santi y la farota de
OJO
DEL CULO. OJO DE RA. OJO FLOGÍSTICO
Llegó
a casa desaforado, sintiendo el aliento de los alanos de San Antón que ladraban
en clave oenejé azupados el padre Ángel aquel cura trabucaire asturiano. Canes
en la iglesia mala cosa. es como decir vienen sastres, al infierno vamos y en
la lúcida mañana de invierno sacó, ganado su esconce, refugio de sus libros,
radios y rosarios, la petaca, atascó la pipa, hirvió café en el infiernillo
aquella infusión le sentaba bien para aplacar su conciencia y mitigar el hambre
que siempre padecía, prendió la cachimba que era su mejor amiga en tiempos de
desolación, cimbel y zumbel la peonza de las añoranzas daba vueltas, girando
sin parar, se acordó de su amigo Nilo que acababa de tirarse al tren. Nilo
escritor en tiempos infaustos del reinado del Rey Borracho al
que sucedió su hijo Tontolinón VI al que llamaban medallas
pues sólo exhibía su borbónico valor en los desfiles y besamanos había
acumulado una intensa obra. Le había legado sus cuadernos, varias novelas
impresas a ciclostil. Nilo, inédito, literato sin suerte pero con harto
talento, se equivocó de época. Arije guardaba en los altillos del chiscón de
Majadahonda las obras de su amigo. Las publicaría algún día si tuviese dinero.
Lo haría. Aguardaría ilusionado la llegada de los paquetes que le enviaba la
editorial contra reembolso, iría por las librerías. los libreros los pobres que
estaban muy alcanzados porque los Mandiles no prohibieron la censura pero se
empeñaban en poner astillas en el radio de las ruedas de los autores nuevos
aquí sólo escribe el que yo diga y sólo editará el del pensamiento correcto. El
esquema de acabar con la rica, maravillosa y sufrida historia de la literatura
española sólo entraban en tórculos autores ingleses y norteamericanos, formaba
parte del proyecto de destrucción de España. Querían degollar su cultura y
trucidar sus sueños. Nilo Popín admirador de Francisco de
Quevedo se suicidó amargado de verse obligado a comerse las ediciones de sus
obras. En las librerías le rechazaban sus textos por no tener distribuidor. La
luz de enero se colaba por el montante. De allí llegaba el ruido de la calle.
Majadahonda se había convertido en una ciudad populosa arrabal de Madrid. Las
tenadas de los pastores de
"Don
Nilo el hombre, librero de lance, un santo varón, un justo de Israel, amor en
tiempos revueltos (ya ha vuelto a salir la frase hecha) desde que lo
suspendieron de empleo y sueldo porque, condenado a galeras, le pusieron de
compañero de terna a un marica, y pederasta, erudito muy ilustre de la ciudad
de Burgos, conversación amena pero que tenía una debilidad imperdonable por el
culo sobre todo por el de los niños inocentes y don Nilo el hombre viéndose
condenado no hacía otra cosa que lamentarse de su mala suerte y echaba pestes
contra
Ahora
¿qué hago?, preguntóse a sí mismo. Pues vender libros, hacerme librero de lance
e irme por ahí por los mercadillos con mi camioneta, se dijo don Nilo,
resolutivo. Leer, escribir, soñar era lo que más le gustaba. Vivía en una nube
pero de menos nos hizo Dios. Escogió la plaza del Arrabal de Arévalo como
centro de operaciones y allí que se plantaba cada martes con su vehículo,
montaba el tenderete y se instalaba al lado de un banco. Venían pocos clientes.
Había traído un taburete y allí se sentaba con los tratantes, con los
pegujaleros de Martín Muñoz que venían rebosantes las artolas de sus burros de
lechugas, berzas y tomates a vender género de la rica huerta; con los
labradores ricos marañeros, a los que decía que el Arrabal fue plaza famosa
donde tuvieron el punto otrora perahiles, licenciados de Flandes y picaros.
Como el Potro de Córdoba, el Perchel malagueño, las gradas de San Felipe en
Madrid, el Azoguejo etc. Estas plazas españoles tan esplendidas tan aseadas
enmarcadas en soportales fueron coso de la filosofía, albergue del espionaje,
descansadero y punto de acogida de la picaresca y centro de operaciones de la
gente del bronce pero también de hidalgos honrados que planeaban su viaje a las
Indias. Hablaban de mujeres, de trigos, de cosechas y otras noticias por
ejemplo de quien había fallecido aquella semana, un crimen truculento como el
del alimañero que mató a un dentista un día que regresó al hogar y encontró a
la mujer con otro. Por aquellos corrillos pasaba la vida cada martes, el
revolver de los ciclos, el girar de las estaciones por el círculo del sol, que
cambiaba los rostros y arrugas las viejas heridas, pasaban los años mudaban las
épocas. Eran gente del común, sangre municipal y espesa a la sombra de la torre
de la iglesia. El reloj de sol empotrado en gran hastial cónico del paramento
de la iglesia de Santo Domingo debajo tenía un letrero que decía:
-Tempus
fugit
Sonaban
las campanadas del mediodía en el carillón. La campana anunciaba con su
vozarrón noble que espantaba a las palomas y a los vencejos revoloteando por
las socarrenas del muro la hora del Ángelus. Los paisanos que andaban abajo
hablando de sus cosas y haciendo tratos por los corrillos se quitaban la gorra
en señal de respeto y se quedaban mirando para lo alto del campanario donde
extendía sus brazos el Cristo. Mediodía la hora que come el papa. Vayamos a
tomar un chato en Casa Pinilla. Eso está hecho, hombre. Todo como en la edad
media. Arévalo es católico, noble y sentimental (la plaza se ganó a los moros
sin combate en un torneo a primera sangre entre don Bernardo Serantes y el rey
Abdelaziz) y pienso que cree en Dios aunque no lo haya visto nunca porque fe es
creer lo que no vimos. Don Nilo se levantaba de la tajuela que compró como
regalo de caridad a los locos de Quitapesares que luchaban las acometidas de
sus paranoias con trabajos mentales, miraba para el cielo sumido en un
respeto reverendo para luego seguir la lectura de su autor favorito don
Francisco de Quevedo y Villegas El Grande y se metía en otro mundo arrollado
por la cadencia de su prosa.
Por
la puerta de Santo Domingo (Dios le perdone a don Nilo) vio en ese momento a un
teatino salir dando voces. Vaya por Dios pues las gracias y desgracias del ojo
del culo escritas por Juan Lamas el del Camisón Cagado y dedicadas a doña Juana
Mucha Montón de Carne las firmó el poeta en un momento de inspiración y
editadas por un maestro ocultista: Daniel Lebrato y trata de algo tan humano
como son las ventosidades porque si no cagas te mueres y si no te pees no estás
a gusto. Caga el rey, caga el pato, caga el águila, y caga el mulo
que según come el mulo así caga el culo por
antonomasia. Peyose Colasa que suele hacerlo a lo bajini
atufando toda la casa. Nueve orificios hay en el cuerpo humano y los nueve dimanan,
o echan flojo sobre todo en las mujeres que son sólo cañerías (vista, oído,
olfato, el agujero por delante y el agujero de cagar, estos dos últimos son
singulares, los tres primeros van en pareja y todos al de por junto empalman
como el último de los sentidos, el que posterior muere, que es del tacto)
aunque hay algunos que afirman la existencia de un décimo el flogístico, el que
llaman ojo de Ra. Ojo de Dios con el que los imagineros paleocristianos
representaban a la primera persona de
Según
don Francisco los más importantes pero muy pecadores son los de la frente el
ojo del culo es el más inocente y por él poco se peca aunque a los de la
cáscara les sea puerta del vicio nefando locus horribilis. Que de los placeres
sin pecar, el cagar. Sí caga alegre, caga contento pero caga adentro. Y la
mujer que un pedo suelta no puede ser sino desenvuelta. Ese lugar por donde no
daba el sol hasta que llegaron los nudistas es redondo y bien trabado un
círculo perfecto de la naturaleza donde caben todos los signos del zodiaco y
aunque no es tan claro como los de la cara tiene más hechura… lo tenemos tan
guardado pringado entre dos murallas y amortajado en una camisa, envuelto en
unos dominguillos y envainado entre dos greguescos que cuelgan como dos
falderillos, avahado en una capa que por se dijo béseme vuesa merced por
donde no da el sol y amargan los pepinos.
Sin
su reverencia no se puede vivir porque no cabe la posibilidad de un ojo del
culo que sea tuerto todos miran hacia lo profundo del cuerpo del que expulsan
cuanto sobra. Eso sí; es poderosísimo porque ha muerto muchachos y marchitado
yerbas. Es paciente y serenísimo, jamás se inmuta aunque a veces lo agobie el
picor de almorranas y otorga un placer de los que no suelen desamistarse con
ninguno de los diez mandamientos pues no hay gusto más descansado que después
de haber cagado. Por eso cantan muchos coplas cuando desembuchan o leen un
libro cuando van a la letrina el tiempo de cagar es hora plácida. Es docto y
filósofo amparo de soledades porque se nace, se muere y se caga solo, es tarea
en la que nadie te ayuda. Y el buey suelto aunque a él con la lengua no puede
llegarse a no ser que seas malabaristas. La mayor parte de los cristianos,
moros y judías se lo alcanzan con una teja o con la hoja de un periódico
español de ahora mismo que sólo valen para cumplir la noble tarea de limpiarse
sus miserias cada uno con los artículos de la prensa sural.
Le
cumplen nombres infinitos, llámenlo trasero porque siempre va en retaguardia.
Es la popa del barco que sufre las inclemencias e injusticias de los temporales
ayudando a la navegación de proa y dando a la barca de san Pedro cierta
estabilidad. Los dómines latinos dieronle el título de antífonas por oficiarse
siempre al cantar de dos chantres porque juega a pares y nones entre las
nalgas. Le dicen trancallo los asturianos porque es el portillo que
tranca y abre la puerta de los mojones y también manojo de llaves por lo
redondo de su forma.
▬ ¿Hay
quien puje?
▬ Tráigame
el bacín vuesa merced.
▬¿No
hay quien dé más?
▬Sí
don Artur Mas al que la boca se la hizo un fraile
▬Pues
que se meta las pesetas por ahí el muy avaricioso y cretino cabalino.
Son
provechosos sus mojones. Lo que excreta nos sirve de abono y luego de alimento,
en la naturaleza nada se crea ni se destruye sólo se transforma como la
energía. Y como el pedo suele ser cosa alegre que sirve de risa y pasatiempo.
El culo no suele meterse con nadie pero recibe demasiados azotes y descargas y
en cierto bares de Malasaña hay que entrar con clípeo en el salvohonor pues ese
ojo acullá suscita miradas lascivas.
Julio
Cesar el emperador era aficionado a las peleas de gallos y hacía durante el
transcurso de las mismas, concursos de pedorros. A ver quién pee mejor. El que
más fuerte atronase se llevaba una corona de laurel y cien denarios. Al Cesar
tales competiciones le divertían muchísimo.
Compañero
es del amor porque hasta que dos no hayan peído sobre un mismo colchón no se
tiene por seguro que haya habido coyunda ni amancebamiento. También declara
amistad porque con pedos los señores suelen divertir a los amigos. Se dice por
ejemplo que “soltó un preso e hizo al culo alcalde”. De ahí le viene el nombre
de alfaneque de las tripas y redentor de gases cautivos. Fuesele una pluma,
irse de bastos, marchó sin decir adiós, señor de Argamasilla cuando sale
chilla. Quien se ha peido que huele a tocino quien se ha cagao que huele a
bacalao. Tú por tú que fuiste tú.
Tirarse
un cuesco es asimismo voz aceptada y muy extendida por seminarios y conventos.
Nadie sabe el por qué se confunden las ventosidades de los mamíferos- la burra
de mi abuelo también se peía- con el fruto de los vegetales. Será por lo
rotundos y la morfología esferoide de la tripa cagalar esto es el ano. No
vayamos a confundir el culo con las témporas"
El
pobre Nilo escritor y periodista segoviano que en paz descanse no tuvo fortuna
en la ardua carrera de las letras y no lo hacía mal sólo que le cayó aquella
malaventura que enuncia
Tras
las conmociones del viernes de
Dolores
– las profecías empezaron a cumplirse en los meses que aguardan a la gran
traición- ojos claros pero turbios se despacha a sus anchas en sus instintos e
institutos de venganza (give me more). Calixta la novia que tuvo
neozelandesa con su cara de kivui y su voz atiplada de cupletista pelirroja le
gritaba aquella frase imponente, Moisés bajó del Sinaí con las tablas de la ley
en mano, y yo sólo soy un pobre mortal, mientras hacían el amor en
la scullery de su piso con derecho a cocina junto a la
estación de metro de Earls Court en Londres. Oh Emiliano dame más. Me he
quedado sin tralla “Me dejaste a buenas noches”. Calixta criticaba la forma
inconsiderada que tenía Emilio de hacer el amor y su engorde. Se había comprado
unos pantalones en Marks&Spencer que le daban un aspecto payasil muy
holgados de cintura y desde entonces le puso el mote de Emiliano
Pantalones. Eran grises como la luz de atardecer que iluminaba su penthouse
de soltero en la calle Jardín de las Flores entre Fulham y
Quedó
Arije confundido después de la lectura de aquellos párrafos póstumos y
contundentes. Que nunca verían la luz de las imprentas, condenados al polvo del
olvido al rebujo de los altillos de su biblioteca. Cuando él muriera o se mudara
de domicilio, irían a la hoguera o vendidos al peso del papel. Vanidad de
vanidades. Mala suerte tuvo Nilo. Mientras la radio coreaba consignas de la
guerra y caza del macho (la lucha de clases había sido sustituida por la lucha
de géneros que cuando él iba a la escuela se resumían en tres equivalentes:
masculino, femenino, neutro o epiceno y ahora todo era lo mismo, rajitas y
rabitos habían sustituido a los cristos en las escuelas de párvulos) él bajo a
la calle y se subió al viejo cadillac destartalado que había comprado a un
coronel americano de la base de Torrejón. Lo tenía aparcado en una riera
cubierto de polvo y cargado de kilómetros y mandó al volante que lo condujera
hasta el cementerio de Brunete. En uno de los nichos que tenía un epitafio que
daba que pensar "nací, amé, luché, vencí, perdí, morí ¿resucitaré el
último día?" colocó un ramillete de madreselvas. La sepultura la presidía
una cruz latina con cuatro palos a la manera rusa. Nilo dejó en sus mandas
escrito en un papel antes de suicidarse que quería ser enterrado por el rito
ruso, que durante el sepelio sonase la grabación de una misa de resurrección
que registró el año 87 durante una audición de onda corta por Radio Sputnik.
Una de las aficiones del segoviano aparte de la literatura era el diexismo.
Hombre profundamente religioso y reverente Nilo era del parecer que el Vaticano
quemó su mandato divino y entregó al diablo las filacterias y las arras de su
misión sagrada en el mundo. Pero si Roma prevaricó el patriarca moscovita se
mantenía incólume en la doctrina y sobre todo en el esplendor y boato de su
liturgia. Arije pensó que esto era una extravagancia de su amigo, no se puede
cocear contra el aguijón, y que los tiempos cambian.
Depositadas
cinco rosas en la tumba que guardaba los restos mortales de su amigo en el
cementerio campestre de Brunete al lado de los blocaos y casamatas recuerdo de
la cruenta batalla de 1937 la batalla de la sed se encaminó as Villanueva del
Pardillo donde uno de su pueblo Rufino Vírseda fue hecho prisionero por la
fuerza del general Casado. En su pueblo le dieron por muerto y cuando se
estaban celebrando los funerales por su eterno descanso en la majestuosa
iglesia de Cantalejo allí apareció Rufino Virseda licenciado del ejército tan
pichi. Su habilidad y su simpatía de tratante le granjearon la amistad del
comisario rojo y se pasó la guerra enchufado en un campo de prisioneros
nacionales en Valencia. El pueblo trillero tuvo por milagroso aquel suceso que
fue comentado en las Siete Villas, un milagro atribuido a
Los
violines sonaban ya a la hora del crepúsculo. El Dodge Dart que compró a
Rodrigo Royo tiraba millas subiendo la cuesta de Valdemorillo acercándose a las
dehesas del Escorial habitadas por fresnos gigantescos de macabras figuras.
Decían que desde una rama de estos grotescos sauces
─¿Qué
estáis haciendo ahí sinvergüenzas?
─Quiero
empreñar a mi señora. El ginecólogo cree que nunca se quedará encinta, vientre,
yermo
El
paisano miró para el entrometido con ojos feroces y prosiguió su tarea ya casi
a punto de terminar.
─A
ver, a ver─ contestó don Manahén por decir algo corrido de vergüenza. Pero al
volver la vista se dio cuenta qué horror que el furioso sátiro empalmado
desplegaba verga de casi medio metro dos cuernos de morueco retuerto que le
daban vuelta a la cabeza y no se apoyaba en pies como los humanos sino en
pezuñas. Era súcubo e incubo como reza la tradición y la que estaba
entre sus piernas no era la vidente sino la alcaidesa de Segovia quien
profesaba a Belcebú profunda devoción, hasta el punto de encargarle una estatua
para ponerla frente al Acueducto, Arije dio un grito de espantó y huyó del
lugar para no volver más a Prado Nuevo. Había visto al diablo. Daba diente con
diente y no volvió hasta ponerse de nuevo al volante camino de Segovia.
Aquella
garamalla sin mangas tejida de un solo hilo -Cristo se desvestía y sus siervos
y seguidores duro colocarse ropajes, uno encima de, sotanas y dalmáticas, al
año que viene en Jerusalén pero caminamos de espaldas al monte calvario- abolía
el orden viejo. Los ornamentos de los dioses antiguos, de Júpiter Diana
Afrodita y Baco quedarían preteridos pero sus sacerdotes, sintiéndose desnudos
e incapaces de imitar al que pereció en la cruz en taparrabos, no harían otra
cosa en todo el tiempo que hacer mayor el cupo del “indumento”.
Casi
me desternillaba de risa pero aquella hora de grandes acontecimientos fue el
tiempo de los sobresaltos y de las confusiones (yo creía, pensé que; pues no
señor al revés te lo digo para que lo entiendas) y de las perplejidades. Nos
anegamos en un marasmo de sorpresas. Tú, Cristo bendito, viniste para confundir
a los mortales. Supuestamente quedaron sin vigencia las estolas las mitras las
cidarias el efod y todos aquellos ropajes que se ponían uno encima de otro,
negro sobre blanco, blanco sobre negro, para definir oficios y categorías
inciertas de flámines y peanes del mundo órfico.
Degolló
nuestros principios sin espada.
─
¿Eres tú el que ha de venir o esperamos a otros?
─Por
sus obras los conoceréis- respondió el Señor
Se
rieron dél, pero Él no vino a traer la paz al mundo sino un orden nuevo con
todo lo que ello implica: la destrucción de Jerusalén que fue desmontada piedra
a piedra y los campos adyacentes de su pomerium o arrabales,
arrasados y sembrados de sal. Al pie de la cruz escuchábamos el batir de los
tambores de los soldados de Tito casi tres cuartos de siglo de que aquel cerco
se produjera.
─ ¿Y
no escarmentaron los judíos?
─Por
vida de Minerva, ¡qué bah! Son pueblo duro de cerviz, una alegoría de la
sinrazón y estupidez humanas.
Era
Jesús un revolucionario. Vino a los suyos y los suyos no le recibieron; sin
embargo no fue su obra atenazada por las tinieblas. Resplandeció su luz
venciendo a la oscuridad. Sus vestiduras de ajusticiado por una de esas
carambolas inexplicables que hoy confunden a los soberbios (la potencia se hizo
acto trascendente) y se encendió el fuego de la gran luminaria que ardería por
los siglos de los siglos sobre aquel pebetero puesto que nadie será capaz de
destruir el amor, eligiendo a lo más despreciable y abyecto del mundo,
que de los rechazados y humillados y ofendidos hizo él su piedra basal, en
menoscabo de la soberbia y de la confusión terrenales. Su doctrina no era de
este mundo pero venció al mundo con su evangelio.
Debió
de ser un revés para los sionistas mesiánicos. El libertador anunciado por los
profetas de Israel moría en el suplicio escoltado por dos ladrones Dimas y Gestas.
No me vengáis con bromas ¡Qué guasa! Vino a los suyos y los suyos no le recibieron
─la frase de Juan que luego leí incansables veces martillea mis sienes─
mientras los mercenarios, puesto que no se puede hablar de soldados romanos, ya
que el centurión Cornelio, un hispano nacido en Híspalis se negaba a crucificar
al Mesías pero ante la contumacia del sanedrín “tolle, tolle, crucifige eum”
(quita, quita, mátalo) no quería que el pueblo romano se manchase las manos de
sangre y contrató a una partida esclavos sirios para hacer aquel trabajo. Los
soldados de Cornelio estaban cabizbajos cuando se rasgó el velo del templo,
hubo una tormenta, tembló la tierra y oscureció a las tres de la tarde. Para
entretener la vela, mientras custodiaban al pie de la cruz, se rifaban con el
cubilete sus paños menores. Y cuando “cum voce magnum” expiró… sonó
el consumatum est que hizo temblar los quicios de
la historia, huyeron despavoridos y bajaban algunos diciendo por el monte
Calvario atentándose unos a otros para no caer debido a la oscuridad que se
hizo en el cielo de repente:
─Verdaderamente
este era el Hijo de Dios.
El
Hijo del Hombre salvaba al mundo en taparrabos. Semejante desvergüenza ¿dónde
se vio?
La humilde túnica inconsútil era el símbolo del siglo futuro. El
que busca su vida la perderá. A ver queremos; un signo pues ese no nos vale.
La
vida de todos los hombres por nuestra salvación se la había echado
el Inocente sobre los hombros a manera de chal cobijando sus espaldas doloridas
cuando, varón de dolores, al cabo de cinco mil azotes y de 72 puntas de
cambronera que es el peor de la especie de los espinos y la más áspera de las
zarzas que horadaron sus sienes trepanaron su frente inmortal quedando
ensangrentados los mechones de su rubia caballera y de su barba taheña ¡Ah que
nos miraba a todos con aquellos ojos dulces llenos de perdón! Del primer pecado
de Adán Él, varón de dolores, nos redimió. A mí se me hacía muy difícil
de aceptar, como romano, acostumbrado a mirar a los dioses con un cierto
escepticismo, ver aquel semblante de manso cordero. Los dioses reinaban
en el Olimpo para castigar y enviar rayos y desgracias a los mortales. Si
te enojabas con Júpiter, éste te taladraba con su gario y te convertías en rana.
Con
los dioses no se juega. Antes de morir había que hacer mandas a Esculapio y se
ordenaba matar un gallo capón para que el dios de la salud tuviese una fiesta
allá arriba con sus amigotes y después de expirar tenían que sujetarte la
barbilla, abrirte la boca y meter entre los dientes una moneda para pagar al
Barquero. Tan mala costumbre acicate de la codicia fue un pretexto para
que en el mundo antiguo abundasen los profanadores de tumbas. El oro era más
importante que la deidad y en facto es la única divinidad que rige los
designios. Oro, oro y nada más.
Fue
ofrecido al pueblo en espectáculo de befa. Un esbirro lo empujó hasta la
balaustrada y Jesús apareció en el enlosado del Lithostros una caricatura de
ser humano, un guiñapo.
─Ecce homo…
ahí lo tenéis, cabrones, hecho un guiñapo. ¿No os basta? ¿No queríais que lo
castigase? Pues le hemos zurrado bien la badana. ¿No os dais por satisfechos? ─
dijo Poncio
─No.
─ clamaron entonces los judíos.
La
chusma quería más sangre. Y contestó a la demanda del prefecto con palabras
terribles
─Crucifícale,
crucifícale, mándale al palo y caiga su sangre sobre nosotros y sobre nuestros
hijos.
─ ¿A
vuestro Rey queréis que condene a pena de muerte?
─No
es nuestro Rey. Se hizo pasar por hijo de Yahvé. Blasfemó.
Dada
la condición vil de la chusma, Pilatos tuvo miedo. Era el mismo morbo, el de
aquellos judíos soliviantados y nacionalistas, que el que impulsaba a la
plebe de Roma a cometer toda suerte de desmanes en el coliseo. Quería ver la
sangre a chorros de los andábatas sobre la arena y que cantasen el himno. Ave,
Caesar, los que van a morir te saludan.
Ecce
Homo. Le habían colocado un manto púrpura sobre los hombros como el que
llevaban los locos por las calles de Jerusalén, pusieronle una caña en la mano
por cetro y así compareció. No lo condenó Pilatos. Fue sentenciado a muerte por
un tribunal democrático, por mano alzada, que sometía sus veredictos a votación
en la casa de Anás y Caifás, sumos sacerdotes. Lo mataron los judíos. Pero la
perfidia de esa raza es alegoría de la condición humana, si se quieren mirar
las cosas desde un ámbito teológico, ajeno a toda manifestación racial. Sin
embargo, el pueblo elegido se convirtió en pueblo errante. Nunca tuvo paz
consigo mismo.
Roma
madre de pueblos ciudad del amor su nombre me retrotraía a aquellas tardes de
invierno en mi pupitre del aula de estudio pasando paginas del Raimundo de
Miguel el gran calepino mirando para la Mujer Muerta. El aire frío de la
ventisca se colaba bajo los ojos del acueducto. ¿Qué será mi vida
Dios mío la estoy empezando? El busto de Tito Livio me sonreía desde la portada
del libro de tío Livio que don Valeriano fue a comprar a la calle Barquillo y
yo pasaría cinco años en la Plaza del Rey habitando con el duende de las Siete
Chimeneas. Jacobo I de Inglaterra vino a casarse con una infanta la cual diole
calabazas, aquel rey moriría en la horca y su fantasma merodearía por los
pasillos. Allí estaba un banco y luego pusieron un ministerio. No sé
si habrá un registro de los hados que marca la ruta de nuestros
designios. Vida errante. Soy judío. Flavio Josefo contó la destrucción de
Jerusalén por las legiones de Vespasiano en castigo por haber dado muerte al
Inocente. El templo fue arrasado y su velo se rasgó cuando el sermón de las
siete Palabras. A lomos de prisioneros israelitas el Gran Candelabro de los
Siete Brazos fue arrastrado durante cuatro mil kilómetros hasta la Ciudad
Eterna. Jerusalén, Jerusalén, que matas a tus profetas quedó convertida en
Aelia Capitolina. Fuiste señora y ahora esclava te condenaron a vagar por el
mundo. Vida errante. Me lo contó Vilicus uno de los guardias que custodiaron la
agonía del Inocente y al pie de la cruz se jugaron a la taba sus pobres
despojos las sandalias, el lienzo de pudores, un peine con el que Jesús se
acicalaba la barba, y no pudieron hacer partes de la túnica de Xto porque era
de una sola pieza. Era el triste despojo de un profeta vagabundo que viajó por
Palestina sin dinero y sin impedimenta. Un tullido que se puso sus sandalias se
levantó de la silla de ruedas y empezó a caminar, Longinos el decurión enjugó
su rostro enfermo por la sífilis en el paño de pudores que había llevado el
Señor, aquellos santos calzoncillos, sanó. La gente cuando se produjo el
desenclavo y bajaron el cuerpo de Cristo de la cruz quedó atónita ante las
cosas extraordinarias sucedidas aquella tarde de Viernes Santo en el Gólgota:
Las curaciones milagrosas y las resurrecciones intempestivas vieron salir de
sus tumbas a los muertos de los cementerios y el propio centurión Cornelio
cuando regresó a la ciudad despues de aquel servicio se encontró a su esposa
Camelia dando gritos de júbilo: uno de los hijos del militar que estaba enfermo
y casi en la agonía de súbito se puso bueno, se le quitó la fiebre y pidió
punzón y tablillas para describir en el viaje que había realizado — el galeno
Mincio que lo curaba y el flamine que le ayudaba a bien morir habían dado al
joven por muerto el hígado se le salía a cachos por la boca— y así pasamos la
tarde pensando en estas y otras cosas mientras contemplábamos la naumaquia y
las peleas de gladiadores.
Hay
que guardar silencio en el templo de Anguerota, la vestal que me introdujo en
el mundo del silencio. Séneca me enseño a dominar mi concupiscencia desde el
criterio de que el dominio de las pasiones sobre todo la gula es el pórtico de
entrada a la felicidad.
El
silencio es inefable puesto que la palabra a veces ofusca el entendimiento y
empecé a ver claro cerca del circo máximo. Los gladiadores hacían músculo en un
campo de entrenamiento cubierto de grava. Olía a embrocado y a sudor. Los
reciarios hacían movimientos con la red, los andábatas extendían el tridente y
un esclavo subalterno les enseñaba cómo tenían que gritar ave cesar los que van
a morir te saludan. Un calificador catalogaba las posibilidades que tenía el
etíope Ursus de vencer a un tigre que le soltarían media después. Se escuchaba
el rugir de la multitud. Un sol de justicia caía a plomo sobre Roma. Los
luchadores ensayaban llaves y estratagemas para derrotar en la lucha a su
oponente. Un clavijero que debía de medir dos metros limpiaba el “anguis” o
enseña militar con un dragón pintado que abriría carrera de la procesión de
tres vueltas al ruedo y otras tantas prosternaciones ante la tribuna del
emperador. Vi a Nerón. Era un tipo rechoncho de ojos grandes y nariz gruesa.
Una diadema de oro orlaba su frente, llevaba tres anillos de zafiro en los
dedos y su aspecto era el de un hombre vulgar de origen germánico. Estaba gordo
y lanzaba constantemente risitas y carcajadas. Bebía vino de Salerno y, antes
de empezar la función, ya estaba “trompa”. Un “signífer” o adelantado de
centuria trepó a lo alto de la columna trajana y soplando en un añafil de plata
tocó el clarinazo que marcaba el inicio de las espectaculares “joci” circenses.
La chusma enardecida vitoreaba al emperador y gritaba:
— Panem
et circenses
Fuese
menester tener contento al pueblo y propicios a los dioses o no el hecho era
que ésta era la política de los emperadores. Arriba y abajo. En lo alto estaban
los dioses y el senado romano, abajo el ejercito y el populacho. Por
las gradas se veían sombrillas y parasoles para guarecer del sol aquellas caras
tostadas de los libertos y el bello cutis de las matronas. Vendedores
ambulantes recorrían los vomitorios vendiendo agua de nieve y pepitas de
calabaza. Se cruzaban apuestas sobre los contendientes. Unos apostaban por los
que habían de perecer en la arena y otros por los gladiadores victoriosos.
Cantaban sus nombres y se proclamaban “addicti” de su combatiente preferido.
Unos apoyaban a Carneades un griego con cara de matón al que le faltaba un ojo
que pegaba golpes certeros y ganaba todos los combates y otros a un tal Rufus
venido de Hibérnica que era el terror del Coliseo.
El día
de circenses las vestales tenían la tarde libre. Y algunas acudían a los juegos
causando entre la hinchada admiración por su belleza serena y llena de quietud.
La vestal maesa portaba una diadema sobre la frente; la joya injerta en
amatistas, diamantes y zafiros hacía aguas deslumbrando a los espectadores. Uno
de los gladiadores cayó derribado por su contrincante cuando se distrajo
mirando para el tendido reservado a las vestales. Les daba escolta a las
jóvenes una cohorte de los más fornidos eunucos, algunos de ellos provenían del
Alto Nilo, eran númidas. Antes de entrar al servicio del templo eran castrados
previamente. También custodiaban a las meretrices del harén del emperador. En
el anfiteatro los númidas se destacaban por sus cuerpos atléticos, y el rigor
con el que cumplían con su deber: mantener a buen recaudo a las vírgenes
consagradas a Júpiter de la lascivia del populacho. Violar a una vestal
constituía uno de los delitos más horrendos del derecho romano, castigado con
la pena capital previa emasculación del delincuente. Una vestal tampoco podía
ser condenada a muerte. Permanecían encerradas entreaño. Al llegar las
saturnales, sin embargo, era quebrantada su clausura y salir a la calle. Se las
veía pasear por la Vía Apia arrastrando sus peplos y ricos mantos de seda
guarnecidos con as más ricas alhajas extraídas de las mejores minas del
imperio. Roma no pagaba traidores. La gran solidez y consistencia que duraron
más de seis siglos se apoyaba en la norma del derecho el cual a su vez tomaba
como columna basal dos conceptos: el “jus” (derecho) y la “virtus”. Tuve yo
allí un esclavo griego, Andronicus, que me enseñaría las pandectas y todas las
intríngulis bizantinas de la casuística. Los hados y la superstición eran otra
característica que servía de base a su concepto sincretista de la religión.
Eran un pueblo práctico. ¿Por qué conformarse con un dios único — aducían los
flamines sacerdotes de Júpiter— cuando la divinidad puede constar de tantas
variantes en medio de una realidad tan complicada variopinta y diversa? No hay
respuesta. Sólo sé que no sé nada. Lamentablemente, las religiones fueron la
causa de muchas muertes y peleas entre los mortales. Allá cada cual con su
creencia.
En un
rincón del anfiteatro aparecían despavoridos y sollozantes como medio centenar
de personas. Entre ellos había viejos mujeres y niños, unos se mostraban
temerosos y sollozantes pero otros aparecían alegres y como deseosos de
alcanzar la palma del martirio en la boca de los leones. Iban a ser
sacrificados por haberse negado a quemar incienso en honor de los dioses. El
egregio luchador Silvinus Carassus parecía querer arroparlos, dispuesto a
defender a aquellos postulantes de una religión nueva predicada por un judío
llamado Saulo. El cual aseguraba que Jesús su maestro había bajado del cielo
para salvar a los hombres pero murió en una cruz (el tormento más ignominioso
para un romano) condenado por el consejo de ancianos de Jerusalén para quienes
era un blasfemo por haberse creído hijo de Dios.
Vistoso
y abigarrado espectáculo el que ofrecía aquel recinto abarrotado ocupado por
una chusma ávida de emociones fuertes. Cerca de sesenta mil almas contemplaban
la arena desde los tendidos. Unos reían, otros lloraban a causa de las riñas
frecuentes y otros jugaban a los dados. La ludopatía era el vicio mayor en Roma.
Se jugaban a la mujer, a la madre, las fincas, la casa y perdían hasta la
camisa. De pronto se notaba barullo en una grada. Dos espectadores se estaban
pegando en ese momento escupía el vomitorio un pelotón de soldados que zanjaba
la disputa a machetazos. Los juegos duraban todo el día hasta la noche por lo
que había que traer merienda. Se veía a algunas mujeres comer a dos carrillos
bocatas de jabalí o una salazón de pescado que llamaban garium. Regaban la
merienda con vino aguado. Sobre todo las mujeres libaban de lo lindo. Apuraban
las “pocula” (jarros) Una matrona que le había dado al pimple más de la cuenta
se puso a cantar canciones obscenas y recitar versos de Plauto se llevaba las
manos a los genitales y exhibía los pechos al aire por culpa del vino. La plebe
empezó a silbarla y jalearla y se preparó todo un espectáculo. Estaba beoda.
Había consumido dos cráteras — casi una cántara — de morapio de
Lesbos que en las “cauponae” (tabernas) se consideraba el más
fuerte. El pueblo se divertía con la vieja. Quería pan y circo. Nerón dio la
señal y un trompeta (el “tubicen”) soplando por la tuba tocó una diana florida,
saltaron a la arena, rugientes y en manada, los leones que habían de despedazar
a los cristianos.