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lunes, 8 de diciembre de 2014

murio la santa


 
 
 
HA MUERTO LUISA LA DE SOTO DE LUIÑA

Vísperas de la Inmaculada breves días entrañables decembrinos, se acerca la navidad, San Nicolás sube y baja por la chimenea del el saco cargado de sorpresas, unos vienen y otros van.

Bajo al pueblo y me encuentro con un funeral. Ha muerto Luisa la “santa” y algo santa maguer que digan que de dinero y santidad “la metá de la metá” sí que debía de ser. No me consta que hiciera milagros pero gran devota de Nuestra Señora consiguió mantener en el pueblo la tradición del santo rosario una devoción puesta en entredicho por las innovaciones litúrgicas a raíz del Concilio. Todas las tardes a las seis ella lo dirigía desde el banco de la hermosa catedralina rural de sólidos responsiones o contrafuertes románicos cabe el retablo barroco del árbol de Jetsé y yo bajaba a Soto en bicicleta aquella temporada que me vi morir porque estaba tan malo (a Luisa le dedico un capítulo de mi último libro porque pienso que el Rosario que inventara un dominico del burgalés Caleruega conjura las fuerzas del mal pese a su sencillez repetitiva conforme al hesicasmo de los padres del yermo que nos enseñaron a dirigirnos al sumo bien mediante mantras. El diablo no sosiega ni duerme pero se para en barras cuando oye cantar avemarías.

La Mujer calzada de luna y vestida de sol aplastará la cabeza del dragón. Esto es una profecía, no tener miedo a decir la verdad, amigos. Satanás se revuelve contra las cuentas del rosario y tiembla más que a la vista del agua bendita. Es el mejor exorcismo ahora que el Príncipe de la Mentira (666 La Hora de la Bestia, lean este texto del que suscribe esta carta a la directora de mi querida LNE) mejor que una tenida con el padre Fortea, por ejemplo ahora que está tan de moda esos embelecos de película; no hay que hacer mucho caso de la niña del exorcista sino ser humildes y ser mejores más caritativos unos con otros. No obsesionarse.

Recen a Nuestra Señora. La Virgen dicen de los cartujos suele visitar a estos monjes que crían callos en los dedos de tanto rezar padrenuestros y pasar dieces en la hora de la muerte por lo que pienso que la muerte de Luisa la “santa” en fecha tan señalada probablemente ha sido un signo de bienaventuranza. Se ha ido cargada de virtudes y de años (tres le faltaban para ser centenaria) ella mantuvo en  este bello pueblo del concejo cudillerense la devoción marial. Murmuro una oración española en latín que se cantaba en las iglesias al final del oficio al terminar la novena. Somos un pueblo concepcionista fascinado por la grandeza de la Simpecado:

In cenceptione tua inmaculata fuisti

Da mihi, Virgo sacrata, virtutem

Contra hostes tuos” (fuiste concebida sin mancha, oh Virgen Sagrada, inspirame virtud para opugnar a los que te maldicen)

Descanse en paz Luisa la santa. Yo no sé cómo se llamaba pero me inspiró su bondad algunas ideas memorables.

domingo, 7 de diciembre de 2014

el kempis


TOMÁS DE KEMPIS: IMITACIÓN DE CRISTO COMPUESTA POR FRAY LUIS DE GRANADA

 

Por los rinconcitos y entre los libritos. Este apotegma máximo fue lema de mi vida discurrida por cauces tortuosos, caídas y levantadas, yo pecador dentro de la mentalidad católica en la que nuestras almas se forjaron; Poco tiene que ver aquel misticismo al uso trascendente  de antaño con la secularidad y descreencia  del hogaño que nos pervade. Ahora lo único que vale es el hic et nunc de la rabiosa actualidad que cada día se devora en disparates y amenazas. Entonces lo más importante era el “postea” (después) con sus cuatro novísimos: Muerte,  juicio, infierno y gloria, ten cristiano en tu memoria. A aquellos tiempos tranquilos cada cosa en su sitio y un sitio para cada cosa sobrevino el vértigo de la hora oscura. ¿Estará el mundo a punto de reventar o es que se ha acelerado la historia?

Parece que estoy escuchando a aquellos lectores hebdomadarios (cada uno estaba de servicio de semana un poco como los sargentos al cuidado de la tropa, y eran gente importante en el seminario pues cuidaban el alma dándonos alimento espiritual en cápsulas, íbamos para curas, éramos unos ilusos tal vez unos iluminados, nos tragábamos todo lo que nos decían, vivíamos en un mundo de puntillas y de mentirijillas,  creíamos que todo el mundo es bueno, no fumábamos ni bebamos ni tomábamos café ni nos había nacido todavía el colmillo retorcido de los desengaños aunque a algunos de mis compañeros les apuntaba ya el bozo y los granos que presagiaban una revolución de sus hormonas)  abrir las páginas del Kempis al cabo de proclamar la lista de los santos del día según el martirologio romano con su voz recia y adolescente troquelada de latines y de entonación retórica porque por aquellas fechas se enseñaba en los internados elocución y oratoria sagrada – Antonio Valdivieso y un chaval pequeñito que casi no alcanzaba con la mano los paños del púlpito, procedente de Valdesimonte que luego andando el tiempo remataría en canónigo de la catedral, no sé si magistral o deán que de eso no me acuerdo pero aquel muchacho iba para magistral tenía una voz rotunda y estentórea en contraste con su escasa estatura- decir con mucha prosopopeya y tornavoz: “De la Imitación de Cristo y menosprecio del mundo por el  venerable Tomás de Kempis” y casi todos los pasajes que se leían mientras la comunidad con las primeras claras del día atacaba a la leche en polvo y la taza de achicoria que se servía en grandes cafeteras humeantes por los fámulos  de semana.

Los días de fiesta había churros o tostadas pero a diario el yantar consistía en rebanadas de pan revenido con  mantequilla entreverado de buenos consejos.

A lo largo de los capítulos de este librito leído mil veces  Jesucristo hablaba a las almas. “Hijo, el que procura etc. …” Y sin saber por qué uno se sentía protegido y lleno de esperanza para acometer las tareas de una nueva jornada. La manduca espiritual era mucho más consistente que la corporal. En aquel tiempo nos alimentábamos del Kempis que eran lonchas  eucarísticas obleas celestes para compensar otras carestías: poco afecto, escasas condiciones higiénicas a causa del hacinamiento, magra pitanza. Por enero sabañones y a ver si nos mandaban algo de casa en el talego de los jueves.

Nuestro frugal almuerzo se compensaba con el copioso afrecho espiritual. Terminaba el martirologio romano con la frase “y en otras muchas partes otros muchos mártires confesores y santas vírgenes” y empezaba la lectura del Kempis “ Imitación de Cristo y menoscabo del mundo por el venerable Tomás de Kempis”. Este tratado de espiritualidad, vivero de santos tristes y almacén de tristes santos, un tanto repetitivo pero dulcísimo y rezumando una suavidad que no era de este mundo, tan sencillo como conciso representa la cifra y compendio del pensamiento occidental.

Era, empero, un tiempo con fundamento. Sabíamos a que amarrarnos. Lo blanco era blanco y lo negro, negro. Había una ley y unos principios, baremos, una cierta tolerancia ilusionada.  A los jueces, a diferencia de hoy que son los protagonistas de esta triste republica o monarquía bananera, coronada de corrupción donde se suelta a los asesinos y se encarcela a humildes ciudadanos por un delito de tráfico o por el mal uso de una tarjeta de crédito, no se les veía, comían solos y muy gorda tenías que hacerla para acabar ante un tribunal. Actualmente te pueden sentar en el banquillo por nada, se rasgan las vestiduras democráticas los fariseos del sanedrín y tú vas a chirona como está mandado porque hoy todo puede ser delito si te aplican el reglamento de la democracia. Hoy está todo más confuso y los perfiles muy buidos aparentemente tan amables por fuera por dentro esconden un envés atroz. No hay libertad. Nos han echado las cadenas del anticristo y entonces creíamos a pie juntillas de la mano de aquellos jesuitas que nos daban ejercicios en el reinado de Cristo. Corazón Santo, tu reinarás…

A través de los ventanales del comedor penetraba la luz de un nuevo día; allá en lontananza la Mujer Muerta  andaba luciendo los armiños de su manto invernal o en primavera llegaba junto a los buenos consejos del Kempis el canto de las aves que piaban en la morera secular la que estaba en un rincón cabe el frontón de la huerta (el hastial donde jugaban a la pelota los del seminario mayor era el proscenio del teatro Cervantes) Se desayunaba en absoluto silencio. Así que entre los libritos y por los rinconcitos. El Kempis ha sido uno de los libros más traducidos después de la Biblia. El afrecho o “frumentum” de los que rumian altos pensamientos. Es un manual de perfección. ¿Qué es la perfección? Sed perfectos como vuestro Padre que está en los cielos. Sálvanos, Señor, que perecemos anegados en el mar de rencillas en un océano de perversiones.

A tanto no llego. Posee este opúsculo el candor y la eficaz poesía del Evangelio, siendo el producto de una época cuando Europa era joven y se anunciaban los grandes cambios que vendrían arrastrados por la invención de la imprenta y los descubrimientos de nuevos continentes. El siglo XV es el siglo de Europa encarna el triunfo de la iglesia católica. Abocaba un tiempo nuevo. Los monasterios estaban llenos. Iglesias catedrales cabildos presbiterios se desparramaban por la geografía del viejo continente. Precisamente a causa de esta eclosión eclesial se va a producir la crisis y aquel fervor que empieza con los dictados de los “pequeños alemanes” va a terminar con Erasmo el gran escéptico y con Lutero el heresiarca. La iglesia va a morir de su propio éxito tras su apoteosis medieval. Se camina hacia la unidad y a la aparición de monarquías absolutas todo ello combinado con un resurgir de los nacionalistas que determinaría las guerras religiosas que abocaron a baños de sangre intramuros de  burgos villas y ciudades que se desuncen del yugo feudal tanto como cuestionan la prelación del obispo de Roma sobre la cristiandad.

El marco de los grandes cambios es la desintegración del Sacro Imperio Germánico. Carlomagno se había erigido mentor del papado otorgándole la potestad de las llaves y tiene por escenario el norte de Europa donde aparece esta juvenil pujanza alrededor de los condados de Brabante, Brujas, Amberes a la sazón muy pobladas; a estas tierras llamaban “oficina gentium”.

De Tomás de Kempis (1380-1471) poco se sabía: que era flamenco nacido en la ciudad alemana de Hemerken como hammer (martillo) donde su padre era el herrero del pueblo y que en toda su vida abandonó el claustro. Sería enviado a estudiar a Denveter (Holanda) allí ingresa en una institución fundada por un diacono Gerardo Groot: Hermanos y Hermanas de la Vida Común. Se ordena sacerdote en 1413 y canta misa en 1414 cuando es nombrado canónigo de Agnetenberg Utrech según la regla eremítica de san Agustín.

Su oficio fue el de amanuense habiendo dedicado su vida a copiar misales y libros de devoción poco antes de que los pendolistas monacales le dieran la vez a Guttemberg para honra y gloria de dios y difusión del pensamiento. Muere en su convento de Agnetenberg a los 92 años (si quieres llegar a viejo metete a fraile) el día de Santiago de 1471.  No sería canonizado. Sólo es Venerable. Se le incoaría proceso de beatificación que quedó parado cuando al desenterrar sus restos se descubrió en el rostro un gesto macabro. Había sido seguramente sepultado vivo y la desesperación del último instante no se compadece con la aureola intachable que han de tener los que van a subir a los altares. Al traductor de sus obras al castellano el P. Granada sorprendentemente le ocurriría el mismo caso y tampoco su nombre sería inscrito en la nómina de la bienaventuranza.

Este detalle que a mí me contó uno de nuestros tres presidentes, don Eloy, (¿qué habrá sido de aquel rubiales mientras deambulaba camino de Baterías un jueves por la tarde a jugar al fútbol me impresionó al narrar con todo lujo de detalles cómo fue la exhumación de los frailes?). Yo también quise ser un santo de adolescente, ganar almas para dios, servir a la iglesia.

De modo que el autor de una de las escuelas más importantes de espiritualidad (se dice que el Kempis ha sido una forja de santos y animó a adentrarse por la senda de abrojos que lleva al camino de perfección a lo largo de los siglos) no pudo ver coronado sus sueños de unión con Dios y se condenó para siempre… para siempre. Esto a mí no me cabía en la cabeza pero los designios del Señor son inescrutables. Empecé a darle vueltas a la cosa y no encontré solución. Un sacerdote al que consulté mis escrúpulos me dijo que en eso había sido tentado por Satanás. Había caído en lo que los ascetas denominan círculo diabólico del pensamiento. Deja de comerte el coco. Las ideas dentro de la mente los más disparatados pensamientos se devoran unos a otros. Mejor no pensar, no especular, no escudriñar los misterios de la Trinidad, no abrir el portón a la loca de la casa que es la imaginación, y sea lo que Dios quiera. Infancia espiritual. Arrójate en el abismo de la divinidad. Abandónate. Sí padre ¿Pero cómo? No me supieron dar respuesta. Por ese camino acabaría por convertirme en un alumbrado. Andando el tiempo la salvación la encontré en la literatura nunca en la filosofía, tampoco en la teosofía.

Todo cuanto sube baja y todo lo que nace muere. Las cosas son del cristal del que se mira y con frecuencia no todo es como parece. Abrazar dogmas es correr muchos riesgos, conviene dejar pasar y dejar hacer. Este laxismo denso en melancolía es de designio divino. Muy grandiosa resulta la teodicea amartillada en tesis y en silogismos que enseñaron en sus aulas magnas el Angélico el Doctor Melifluo y san Buenaventura. Pero ¿cómo llevarlas a la practica? Esa es la fija. El misticismo neoplatónico termina en la superstición y en la Cábala. No hay vuelta de hoja. La decimoquinta centuria pone colofón a la gran teología especulativa que irradiaron las famosas universidades (Alcalá, Oxford Salamanca, la Sorbona, Bolonia) y como resultado de esta decadencia surge la mística. Con el objetivo de una búsqueda de dios intimo y en el interior. Ojo. Estamos a un paso de la herejía. Fruto maldito de este principio loable pero que degeneró en aberración cerrando la puerta a la vida en común el menoscabo de la oración mental y de la liturgia fue el libre examen. Teresa de Jesús: el que tiene a dios nada le falta. Lutero: los santos no pecan nunca al ser vaso de elección del altísimo. En otras palabras: si con Él tratamos podemos hacer lo que nos venga en gana. De manera que el concepto de la divinidad objetiva de la sapiencia medieval cede el turno a la gran subjetividad moderna. El hombre como medida de todas las cosas y “suum cuique”. Eso es el humanismo. El renacimiento. Sin querer y deduciendo por una regla de tres encontré en este corolario la causa por la cual el Kempis no subió a los altares y esta interpretación de por qué no llegó a santo y se le considera sólo venerable me satisfizo más que el gesto de desesperación que encontraron los exhumadores de su sepulcro en su cara arañada.

Fray Tomás había querido robarle el fuego a los dioses. Claro está siempre nos queda el consuelo del consejo del cura de mi aldea haz lo que yo te digo no hagas lo que yo hago y el Kempis es un dechado de perfecciones ascéticas, verdadero tesoro de normas de comportamiento que sólo los héroes serían capaces de poner en práctica.

No esta probado, en contra de lo dicho, que la Imitación fuese escrita por este fraile holandés. Porque apareció sin firma en 1418. A Gerson a Eckhart y a Ruysbroeck se ha atribuido el opúsculo y siguiendo el principio de ascensión y caída nacimiento y muerte la pléyade de autores religiosos que buscan nuevas fórmulas de espiritualidad degenerarían en los iluminados y alumbrados de la centuria siguiente.

 

(II)

 

Gnosce te ipsum conócete a ti mismo despréndete de lo que te sobra, únete al sacramento, conversa con Cristo. He aquí el método de santificación propuesto por la Imititatio Christi et contemptus mundi. Es el camino de la infancia espiritual descubierto por Teresa de Lissieux cuatro siglos más tarde. El abandono.  Somos carne de dolor. Habrá que refocilarse en la propia miseria, tener conciencia de lo poco que valemos. Hay en esa obsesión un cierto masoquismo. Se trata de unos predicados a día de la fecha en los umbrales del 2015 poco asequibles pero es lo mismo que postulaba Job con san Pablo en sus epístolas: que todo es vanidad. Este cristocentrismo (vivir sin Jesús es un infierno, vivir con Jesús un dulce paraíso o el que a dios tiene nada le falta de Teresa de Ávila) hoy no se comprende porque va unido a cierto misoneísmo y desdén de todo lo terreno.

El Kempis es oscurantista. Apartase de toda ciencia que no tenga como fundamento el estudio de los dichos y hechos de Cristo. ¿Qué te aprovecha disputar altas cosas de la Trinidad si careces de humildad por donde desagradas a la Trinidad? Si supiera toda la Biblia a la letra y los dichos de todos los filósofos ¿qué aprovecharía sin la caridad? Vanidad de vanidades. Vanidad es desear larga vida y no cuidar que sea buena. El Kempis suelta verdades de a puño sobre la fugacidad de la vida la inanidad de los honores la volatilidad de las riquezas las mudanzas de la fortuna. Tan sesudas consideraciones nacidas de la misantropía, sin embargo, no creo que sean lectura recomendable en la actualidad. En aquellos días nuestros pedagogos considerasen los capítulos del libro edificante para adolescentes entre doce o quince años. En cierto modo la iglesia pecó contra nosotros de grave al arrebatarnos las alegrías de nuestra juventud. Quisieron hacer de nosotros santicos de retablo individuos anormales que arrastrarían tales taras a lo largo de su existencia. Algo vale que yo que soy algo anárquico tengo por costumbre tirar siempre por la senda contraria a la que indican los postes de dirección o por la trocha de en medio pero es preciso reconocer que el Kempis convirtió en tarados mentales a muchos de mis compañeros. Algunos irrecuperables. Había que estudiar para vivir no para saber. Tienes que vencerte a ti mismo hacerte la guerra cambiar lo visible por lo invisible y lo sobrenatural por lo natural pero tales diferencias no se entendían muy bien. El tono elegíaco, oscurantista, deletéreo, filosófico y desdeñoso para con la vida humana esa que nos dio dios nos hacía sufrir y decíamos para qué; ¿ubi sunt? Tal vez influyó sobre el pensamiento del siglo XV y repercute en las coplas de Jorge Manrique a la muerte de su padre. Mas, nosotros no éramos  como el poeta castellano que había vivido lo suyo y en sus famosos versos se mostraba desengañado sino unos niños que estábamos aprendiendo a vivir y se nos torturaba cada noche con el pensamiento de las penas del infierno y por la mañana nos desayunábamos con el dies Irae por los difuntos y nos acostábamos lanzando exorcismos contra los nocturnos fantasmas que podían rondar nuestro habitáculo.

Se ha de buscar la verdad no la elocuencia. Hay que despreciar los honores mundanos ¿pero los papas y cardenales leerían las sentencias de este fraile hipocondríaco y medio hereje? La imagen de Bergoglio representa casi lo contrario de lo que predicaba fray Tomás en sus sermones. La ascética de los jesuitas y nada se diga de los del Opus está impregnada de mundanal ruido.  Son un poder fáctico.

No te ensalces de la hermosura y gallardía del cuerpo que una enfermedad destruye y afea. Pues es verdad. Pero que se lo digan la Igartiburu ni a la Campos con sus pases de modelos y bellezones a la hora de comer. Predica la humildad y la obediencia pero verdaderos humildes hay pocos aunque abunden los falsos humildes y de la sujeción de los monjes al abad no conviene extenderse largamente.  Para los místicos que aspiran a lo sobrenatural lo natural es un trauma.  Y de ahí las conductas aberrantes la hipocresía dureza de corazón e incluso idolatría de los profesos en ordenes religiosas. Al querer ser divinos se convierten en apartidas antihumanos tarados mentales de una psicología difícil al considerarse ellos mismos casta aparte y unos escogidos. El valor divino de lo humano decía un cursillista del Opus que venía a darnos charlas el p. Urteaga aunque yo prefiero el valor humano de lo divino si es que lo hay. Además, suelen incurrir en un error gravísimo: malinterpretar el evangelio. Gente muy pertinaz y con bastante retranca. No hay cosa peor que creerse dueños de la verdad. Si cada año desarraigáramos un vicio, presto seríamos perfectos. Largo nos lo fiáis. Esta idea está tomada de Ovidio quien que atajar al principio el mal, el bien procura. Prevenir antes que curar. Principis obsta; sero medicina paratur. Quum mal per longas invaluere moras.

Hay que sufrir con paciencia los defectos de los otros. Si quieres paz con los otros tendrás que aprender a quebrantarte en muchas cosas. Es sana virtud la de la mortificación que se traduce en fatigas persecuciones y oprobios de toda índole.

Septuagenario ya, he vuelto a leer el Kempis que de niño  meditaba a diario entre el horror, los escrúpulos, las muchas dudas planteadas por mi inocencia a la sazón, la compunción y el anhelo de perfección, hoy ya de vuelta de todo lo comprendo mejor. Estamos acá de paso. Somos de esta vida terrena peregrinos. Ubi sunt? ¿Dónde estan?. ¿Qué fue de aquello? ¿En qué acabó tanto frenesí? Refrena la gula. Nunca estés ocioso, lee con compunción mas que con curiosidad. Los mayores santos evitaban la compañía de los hombres y preferían vivir para dios en su retiro. Tantos desengaños cuantos fracasos y decepciones infinidad de traiciones. Ahora entiendo lo que no comprendía entonces. Sin embargo, ha merecido la pena esta aventura. Me siento gozoso de haber vivido. No me cuadra que un calígrafo un amanuense que siempre andaba entre los rinconcitos y por los libritos se muestre tan despectivo hacia el saber y la especulación. Ha de buscarse la verdad no la elocuencia. No querer la nombradía y adquirir fama de letrado. El monacato es anonimato. Cuando se toma el hábito de una orden contemplativa se muere al mundo y a la vanagloria. Sin embargo la ciencia y el mundo progresa gracias a los libros y no hay vida más perfecta que la de la idea. La especulación nos libra de las particularidades físicas y nuestras mermas corporales

 

III

Consideraba yo un desafecto a la buena educación sentimental estas lecturas mañaneras con la cruz a cuestas de la muerte la obsesión sexual de que todo es pecaminoso precisamente cuando nuestras hormonas estaban reventando y todo aquel terrorismo mental tanta hipocresía circulando cual aire viciado por aquellos caserones destartalados. Tengo para mí que el librito en cuestión yodo un centón de ideas arrancadas del Viejo Testamento de los autores clásicos y de los Padres del Yermo no fue una fábrica de santos sino un vivero de tarados mentales, pervertiros sexuales que serian incapaces de establecer una relación sin traumas con una mujer.

Este verano visitamos la Aceitera y con algunos supervivientes y ex condiscípulos recorrimos la huerta que albergó nuestros juegos infantiles la muralla adonde nos asomábamos para ver la sierra o contemplar el acueducto, los tránsitos donde estaba el edículo de la Pilarica a la que rezábamos los días de retiro, la capilla, la iglesia del Mayor, los dormitorios y las camarillas las escaleras que daban a la planta noble y las que bajaban a la leñera y al Patio de  Filósofos.

El refectorio estaba igual que lo dejamos hace sesenta años. Valdivieso no sin emoción subió para hacer que leía algún versículo del martirologio o un capitulo de las novelas de Emilio Salgari. Aun estamos vivos y hay que dar gracias al Altísimo. Lamento tener que decir que los más sanos fuimos los que ahorcamos los hábitos mientras los que alcanzaron el sacerdocio me parecieron gente muy complicada. Es un poco la tesis que explayo en mi novela. Algunos de estos curas no han barrido las telarañas de su mente. En aquella iglesia había mucha mariconería y algunos prefectos y directores espirituales había que darles el título de corruptores de menores. ¿Cómo borrar la culpa? ¿Quién perdonará los pecados mortales de la iglesia? Esa es la pregunta y que el Señor se apiade.

Todos nos emocionamos un poco con la visita nostálgica. La iglesia a la que amamos y servimos no nos ha hecho a los ex ni puto caso. Nos considera hombres nulos. Los curas siguen a lo suyo amarrándose a las boyas del Poder aunque para ello tengan que dar la vuelta a todo lo que enseñaron y creímos durante centurias enteras. Ninguna disculpa o excusa, ningún melindre, ninguna caricia para con nosotros. Sois unos rebotados. ¿Alma mater o madrastra? Mig16 seguía allí esgrimiendo el artículo primero del reglamento serán expulsados los díscolos los incorregibles… etc.

  Don Federico, mire este chico.

  ¿Qué pasa ahora? ¿Qué tripa se te ha roto, Clodoaldo? ¿Te volvieron a cascar?

  No, que este niño tiene un blog

  ¿Y qué es eso?

  Un mural electrónico donde se dedica a escribir mariconadas. Son páginas en las que se desahogan los escritores fracasados los autores inéditos los que no llegaron a nada en la vida.

  Eso le pasa por tonto. Mejor hubiera estado de cura. Ahora sería un señor respetable y no un bohemio de esos que van por el Gijón a darse tono y para que les ponga la cara colorada don Pepito.

  O no. Eso ¡quien lo sabe don Federico! A lo mejor se hubiera tirado al monte uniéndose a los guerrilleros de Camilo Torres en Colombia o engrosado las hordas asesinas etarras.

  Y ahora estaría en la calle mira tú y con una buena paga.

Los años vienen y van. No hay nada fijo. Todo es mudable excepto los contertulios de la tele y esa chica del telediario la Cleopatra que lleva años apalancada en la silla y ha sido generaciones enteras el busto parlante de las malas noticias que proclama desde su ambón privilegiado con gesto impávido y sin trabucarse excepto cuando la información se refiere al nuevo rey don Felipillo y a doña Ficticia la nieta del camionero que entonces exhibe una sonrisa de liebre para anunciar que todo va bien que las instituciones funcionan y que la ley será aplicada caiga el que caiga (eso ya se decía en los tiempos de Franco de los que estos monarcas son herederos) y en consecuencia ojito, mucho cuidado, y oído al parche.

El diablo no duerme. Siempre anda merodeando el aprisco en la majada buscando a la oveja incauta y descolgada a la que devorar. Pero estos prójimos han pactado con él. Como son el consenso puro y duro se van de rositas, con tal que no les quiten la silla o el trono, la tiara, el momio o el puesto de trabajo.

Al Kempis, por tanto, lo leemos hoy sólo los extraterrestres. Estos que están en la cresta de la ola se inflaman de Maquiavelo páginas y más páginas de inviernos en Lisboa y tócala otra vez, Sam. El fin justifica los medios. Los jesuitas etc.

  ¿Y Bergoglio? ¿Cree Vm. que meditará cada mañana con este librito)

  Dúdolo mucho. Es del bando maquiavelista. No desdeña el poder y la gloria y se rige por la sagacidad del siglo. No creo que este pontífice quiera ser tenido por poca cosa y ser despreciado humillado y escupido por seguir a Jesucristo. Antes bien busca el halago y las bendiciones del mundanal.

  Esto es; que quiere ser políticamente correcto, no salirse de madre.

  Posee todos los vicios y ninguna virtud de los jesuitas

  ¿A quien le amarga un dulce?

 

IV

Por uno de los balcones de la memoria al escuchar estos diálogos de mi conciencia de septuagenario he visto a aquel adolescente tímido y confuso que en aquella capilla tras la muralla bañada por la luz de la sierra leía estupefacto aquel manual de espiritualidad que le regaló una tía monja en papel biblia y tapas de piel. También quería él vivir por los rinconcitos y entre los libritos. Quería ser santo. Luego todo serían desventuras incertidumbres pesares y fracasos. La gloria no le llegó jamás y la santidad a la que aspiraba es un vacuo territorio comanche. No hay ya hornacinas ni aureolas ni sonrisitas melifluas en estatuas de escayola, más bien coronas de espinas y el látigo de tarascas del Corpus o del sayón de Semana Santa.

Clodoaldo Verumtamen [que así lo llaman y se apellida] a sus setenta años reconoce que aquellas lecturas desordenadas de algo que no entendía y que le ocasionaba un cierto malestar interior incentivó la semilla de su capacidad de sufrimiento, aguantar mecha, no contestar a la pedrada con otro golpe de honda no devolver la bofetada y afrontar el oprobio y menoscabo de tu persona con una forzada sonrisa.

En la educación para el sufrimiento es imbatible este fraile flamenco en los consejos que imparte. El que quiera venir en pos de mí tome su cruz y me siga. ¡Oh bona cruz salvum me fac! Ayúdame, señor, en todo lugar y tiempo. Pedid y recibiréis buscar y hallareis. Llamad y se os abrirá. Esto por desgracia no ha sido así.  Encontré muchas puertas cerradas, cegados muchos caminos. Sería que mis suplicas al Dador de vida iban mal encauzados o pedía lo que no me conviene. O que no sabía pedir. A dios rogando y con el mazo dando.

He aprendido a obedecer, a humillarme y ser lodo a los pies de la gente. Ven en mi auxilio que estoy atollado en el fango ¿El infierno? Puede que exista. No le tengo miedo; yo lo he pasado a lo largo de mis días. Confío en la promesa de resurrección. Mudables somos pero en Ti estamos firmes… ojalá dios fuerte de Israel celador de las almas fieles mires el trabajo y el dolor de tu siervo y le asistas en todo doquiera que fuere.

Recibimos los que nos dedicamos a juntar verbos el consuelo de la Escritura. Y por ahí deben de andar revoloteando las alas del Divino Paráclito. El oscurantismo del que hace alarde fray Tomás no puede ser más falso y contradictorio pero ¿qué es la existencia sino perpetua contradicción y espasmo? No faltarán miserias y tribulaciones. No obstante, asidos al remo de la gracia, no naufragaremos en medio de la tempestad. Cristo es el camino de la paz y la verdadera libertad. Por eso le denomina el Gran Eleuterio o libertador. Este concepto iluminó mi vida y se agranda con el paso de los años. En cristo vivo y respiro. La enseñanza evangélica configura el ideario de una religión perfecta la del amor que nunca se cumple, o se ha materializado en el mundo de forma invisible. Puede que las apariencias engañen pero aparentemente los anticristos llevan la voz cantante sobre los pobres nazarenos de espinas coronados a los que dan a beber hiel y vinagre. Así que ellos andan escondidos por los rinconcitos y entre los libritos. Ninguno levanta el gallo. Nadie quiere engrosar la nómina de los mártires. Quedémonos  en casa calientitos.

El cristianismo está traspasado y mecido en esa tensión hacia el ideal. Esta es mi esperanza y mi consuelo acudir a Ti en toda tribulación y esperar pacientemente el consuelo. Frases tan maravillosas como estan constituyen el decálogo sapiente de la Imitación de Cristo. Un aura de luz baña sus páginas que explican una filosofía y pautas de comportamiento a redropelo de lo que hoy se estila y se aconseja para triunfar. Pero nos encontramos ante un opúsculo políticamente incorrecto el mejor apólogo jamás escrito de los cuatro evangelios. He aquí una muestra de ese ·contemptus mundi”: Ninguna cosa criada basta para aquietar mi apetito. No sentir alguna tribulación ni sufrir fatiga no es de este siglo sino propio del descanso eterno. Nacemos para sufrir. Por todo ello, los cristianos fuimos acusados de masoquistas. No has de inquietarte por ser feliz ni vivir mucho porque la vida larga aumenta las posibilidades de pecar. Es preciso vivir con templanza en abstinencia de manjares y en esperanza. La virtud de la templanza vuelve longevo al hombre. Un axioma incontestable. Los eremitas suelen alcanzar edad muy provecta. La frugalidad es madre de la sabiduría: no moverse a todo viento de palabras ni tampoco dar oídos a la halagadora sirena de la adulación. No te enojes si algunos tuvieren mala opinión de ti y dijeren lo que no quisieras oír. Pues si andas dentro de ti no harás caso de las palabras que vuelan que no poca prudencia es callar en el tiempo adverso y no turbarse por los juicios humanos. Del desordenado amor y vano temor nace todo desasosiego y toda distracción de los sentidos. Ven a Mí cuando no te hallares bien. Cada jornada tiene su afán y bástele a cada día su trabajo (Mt. 6,34) no se turbe ni tema tu corazón (Jn. 14,27) Cree en Mi y ten confianza en mi misericordia pues cuando tú piensas que estás lejos de Mí yo estoy cerca de ti. ¡Maravilloso! No está todo perdido cuando alguna cosa te sucede contraria.

V

Predica el desasimiento de las cosas terrenas y el abandono en el Dador de Vida con esa ingenuidad que caracteriza a la decimoquinta centuria cuando a Europa le salía el acné de la adolescencia y pletórica de fuerzas se adentraba en una crisis de crecimiento. El catolicismo moriría de su propio éxito. El Kempis da los primeros pasos del libre examen que sería el punto de arranque de la herejía luterana y en sus dieciocho capítulos crepita una acerada crítica a la disipación laxista de las ordenes religiosas que darían paso a la reforma y a la contrarreforma. Sus páginas resuman el candor de la pintura de los pequeños alemanes. Es una miniatura o cuadro al minio de la vida monacal en Flandes donde se plasman interiores y paisajes floridos en combinación con estados de ánimo y una inquietud religiosa que anticipa el advenimiento del Renacimiento. Con criticas a los poderosos de la tierra. Ni los reyes ni los papas se libran de las tribulaciones. Esto es un valle de lágrimas un lugar de tránsito donde la única manera de ser feliz es el dominio de los apetitos la moderación en la mesa y en los afectos. Ne quid nimis pero por esos mismos predicados andaban ya Séneca y los peripatéticos griegos. La verdadera vida comienza en el más allá. Cumple de tejas abajo llevar con paciencia las adversidades soportar los insultos y calumnias de nuestros prójimos. Los pobres y desvalidos los humillados y ofendidos serán recompensados y obtendrán su desquite el Día del Juicio. Largo nos lo fiáis. A causa de esa esperanza o expectación mesiánica los cristianos son tachados de locos por los librepensadores y zionistas que laboran por construir el reino de dios en el suelo o en el subsuelo y no en la buhardilla del rascacielos.

Dentro de sus hallazgos literarios y la dulzura que imprime a la traducción castellana el P. Fray Luis de Granada quien hizo convirtió al Kempis en el devocionario más popular durante siglos la obra también tiene sus mermas: la machaconería y la repetición y las contradicciones que nos descubren la psique de un fraile apocado y confundido, algo deprimido y no demasiado simpático o popular dentro de su monasterio. Le gustaba llevar la contraria. ¿Era un soberbio so capa de falsa humildad?

Da la impresión de ser un amargado que se refugia en Jesucristo para hablar con un dios que acaso sea la prolongación de sí mismo. En él encuentra valimiento para su apocamiento quietista casi al margen de la ortodoxia. Dentro está la luz de la sabiduría de Cristo. Como valedor y consolador de sus desgracias y paliativo a nuestros sufrimientos. Ahora ya no hay luz. La pantalla se nos fue a negro aunque es posible que la luz se esconda debajo del celemín. Son palabras que vuelan por el aire sin hacer mella. Tras de tiempos vendrán tiempos de mayor dulzura quedando confundida la astucia diabólica y la vanagloria los prestigios las falsas expectativas los capciosos reclamos irán de cabeza a las calderas de Pedro Botero. Un cirio nuevo iluminará otra época.

 

domingo, 07 de diciembre de 2014

 

 

 

lunes, 24 de noviembre de 2014

VENTA VIVEROS DONDE PARABA A BEBER DON FRANCISCO DE QUEVEDO Y YO SIEMPRE QUE PUEDO CAMINO DE ALCALÁ

Quevedo venta viveros

 

A medio camino entre Alcalá y Madrid la primera vez que pasé por esta casona en la carretera de Zaragoza me cupo la impresión inexplicable de que antes yo había estado allí en otra vida precedente. ¡Una cosa maravillosa! ¿Me reclamaban misa dioses familiares manes lémures y penates? ¿Fui un arriero, un clérigo sin fortuna o un estudiante camino de las escuelas que iba a Alcalá a comerse los libros y abrirse camino en la vida? ¿Un trajinante de los muchos que poblaron los polvorientos camino de Castilla al conjuro de la sentencia de “fortuna te de dios hijo que el saber no te hace falta”? en medio de tan atrayente topografía sentí la llamada de mi pasado y de mi patria. El lugar en plena llanura del valle del Henares solemne y en desabrigo me brindaba su hospitalidad familiar y me parece que a partir de entonces creo que la teoría de la reencarnación no es ninguna superchería.

En el siglo de Oro este ventorro era punto de recalada de estudiantes y ninfas de cantón y allí el ocio y el negocio se juntaban en cueros vivos: matachines, estudiantes, bellacos rufianes y barbianas, la alcahuetería y la religión porque siempre pasaba algún fraile pues los curas en España siempre viajaron mucho.

Don Francisco de Quevedo autor del soneto más impresionante en que se canta al amor al modo maravilloso y platónico lo lunfardo y los provenzal en el mismo saco no era demasiado considerado con las féminas. “Dios te guarde de alguaciles y de mujer rubia pedigüeña y carirredonda”. A lo mejor los políticos de hoy día como ZP y sus secuaces – el más tonto hace un cesto- lo denunciarían por lo de la violencia de género y tiene guasa la coso porque no hay gente más desabrida y violenta que las féminas de las tetas al aire y el culo tieso profanando los iconostasio propugnadoras de la lucha de género, que parecen salvajes, así como los predicadores de lo políticamente correcto verdaderos apaniguados del infierno.

En el mesón de Viveros entre Torote y Torrejón pernoctan don Diego Coronel y su escudero Pablillos que iba a graduarse a la universidad en calidad de fámulo o estudiante de mantellina por lo pobre enviados por el padre, el ilustre prócer segoviense, después de haberles rescatado del cautiverio del Dómine Cabra y tras una convalecencia de nueve días a base de pistos y sustancias, estaban en los puros huesos.

En el corral del albergue – el posadero era morisco y ladrón- topan con su primera aventura: estudiantes dos rufianes un clérigo que hacía que leía el oficio en su breviario y las consabidas ninfas del cantón para las que a estas laboriosas abejas del amor Viveros era parada y fonda desde que comenzaba el año lectivo esto es desde San Lucas hasta pasado el Corpus porque a “Alcalá putas ya viene san Lucas”.

― Qué buen talle de caballero, dijo una de las tusonas. ¿Y va a estudiar?

Claro que sí. Allí los despluman. El convite al que se auto invitan los intrusos es de lo más memorable de la literatura culinaria:

― Un abuelo tuvo mv., tío de mi padre, que en viendo lechugas se desmayaba.

No les conocían de nada. Ni les habían visto en su puta vida pero les siguen estupefactos la corriente. El que más comía era el cura “con solo mirar” gazuza de tres semanas debía tener aquel clérigo. Dieron cuenta de medio cabrito asado dos lonjas de tocino y un par de palomos cocidos.

― No cene mucho, señor, a ver si le va a hacer mal- decía a mi amo el maldito estudiante. Y más que es hacerse a comer poco para la vida de Alcalá

Juan de Leganés famoso aritmético se les aparece para hacerles unas cuantas sumas y restas a la bolsa de don Diego que queda muy menguada. Señor nuevo,  pocas estrenas. Sacerdote soy. Ya se lo dirán de misas.  Se lo pagarán las ánimas benditas, hermano.

― ¿Qué te dio el cura?

― Un consejo

― ¿Y es todo lo que te dio?

― Sí, y además me dijo sé bueno.

― Con bondades no se paga el piso ni se compran fideos

― Todo es bueno para el convento ya sabes.

― Y yo me cago dentro

 En el Buscón no hay pesimismo ni angustia vital sino ganas de vivir. Ahí te las compongas. Espabila. Pablo, abre el ojo que asan carne. Burlas y engaños. Patente de chacotas y novatadas, algunas crueles pero las travesuras de los estudiantes no tenían fin y se aguzaba el ingenio como un entrenamiento para la vida.

El autor observa Alcalá que era un ciudad de cristianos nuevos  estaba muy poblado de judíos y moriscos, la mayor parte de sus mercedes cristianos de nombre en privado seguían observando la religión de sus mayores o el zancarrón mahometano o el candelabro de san Moisés. Quevedo arremete contra esta circunstancia con todas sus fuerzas y señala como males del siglo en aquellas conversiones forzosas la superstición, la alcahuetería, la hipocresía y el disimulo.
Todos sentían pavor con solo mentar el nombre de la inquisición como le ocurrió a la patrona de la casa donde el pícaro entró a pupilo, la del piopío. Creen en dios sobre falso, explica el novelista.  El morisco suele ser ladrón, se dedica a los más bajos oficios pero el  de tabernero y ventero son sus preferidos. Acostumbra a bautizar el vino. El judío, ocupado de m,enesteres más liberales o curailes (abogado, médico, alquimista) suele ser mentiroso y engañador como acredita su gran nariz y su cabellera rojiza según lo pintan en la estatuaria de los pasos que salen en procesión la Semana Santa.
Al protagonista le esperan horas crudas, recién incorporado a su pupitre en las aulas complutenses y a la camarilla del dormitorio corrido. Le reciben los veteranos con salva de flemas y esputos.  Se aparejaron gargajos y le pusieron como un cristo blanca de nieve la sotana recién estrenada tanto  temió por su vida que de miedo la noche de su llegada se cagó y se meó en la cama.

― Por resucitar está Lázaro según hiede- dijo un bellaco.

La escena del eccehomo con que el estudiante paga patente de novatada es una de las descripciones más donosas tragicómicas y patéticas de la literatura del Siglo de Oro. Quevedo se perfila inimitable.

Narices descomunales de los judíos en los pasos de semana santa. Judas era rubicundo y pelirrojo. Moriscos cleptomanos y de mirada atravesada.  Traidores como refiere también Cervantes en el Quiojote al describir a aquel Chicote pasisano suyo al que encuentra con la gente de la camándula de peregrino a Compostela.
Las brujas alcalaínas no vuelan por el aire, echan las cartas, recuentan la guija, calculan las habas y el Santo Oficio las mete mano. La madre de Pablillos está presa en la cárcel de la inquisición toledana por esta causa. “La patrona llevaba enroscado al cuello un rosario de cuentas grandes que pesaban lo que un haz de leña”. Le mentaban la dueña la inquisición y rompía a llorar. El estudiante complutense tiene que espabilar y se licencia no sólo en retórica y en latín sino también en gramática parda.

 El lance de los pollos y el piopio artimaña con la que le afana lo mejor del corral mediante el engaño de que había invocado en irreverencia el nombre de los papas que se llamaban Pío es digno de antología. Pocos autores han visto en él una sátira antivaticanista. Quevedo educado con los jesuitas y amigo dellos pero creyente más en Jesucristo que en los que se arrogan el título de vicarios suyos les fustiga sin compasión por su rapacidad doblez y altanería.

 A su progenitor lo guindan en el rollo de Segovia. Tuvo muerte tranquila y con presencia de ánimo. Recibió a la Huesuda con paciencia y buen humor contando chistes y hablando con el verdugo a ver como te cortas y procura que ese tablón que está podrido del cadalso a ver si lo arreglas para cuando el próximo.
Pablos vuelve a la ciudad del acueducto para recabar la herencia y abominar de los suyos. Su madre se encuentra en Toledo encarcelada por la inquisición. Parábolas, palabras y más palabras, y alguna parola engañosa pero así  de crueles eran aquellos tiempos. Los españoles estaban obsesionados con las guerras de Flandes, los espías franceses, las traiciones de Antonio Pérez, los moros en la costa o la Alpujarra y los inventos mecánicos de Juanelo que quería subir todo el agua del Tajo a Toledo. En las cartas y don Francisco escribió muchas (algunas, infinidad, se han perdido) se comunicaban a través de la posta los que sabían escribir sobre dos asuntos principales: si había arribado la flota de Indias a Sevilla y otra cosa de no menor importancia: la renovación de las mozas de partido en los lupanares de Madrid: gallegas, andaluzas, griegas, catalanas y de Logroño. Parece ser que el Caballero de las Espuelas de Oro se pifiaba por las irlandesas y así lo hace constar en carta a un amigo. Le gustaban las rubias pelirrojas por lo visto 

sábado, 22 de noviembre de 2014


Ser paisano del Buscón y a mucha honra

“Yo, señor, soy de Segovia. Mi padre llamose Clemente Pablo natural del mismo pueblo (Dios le tenga en el cielo) fue tal como todos dicen de oficio barbero aunque eran tal altos sus pensamientos que se corría el rumor de que era tundidor de barbas y sastre de mejillas” Así arranca la primera de las grandes novelas picarescas y uno de los monumentos literarios del idioma nuestro. La historia de la vida del buscón don Pablos ejemplo de vagabundos y espejo de tacaños. Tenía el padre del protagonista otros oficios (hombre de muchos oficios pobre seguro) entre ellos el de verdugo. Tampoco puede presumir de alcurnia ni alta genealogía porque la madre Aldonza de San Pedro la de Diego de san Juan y nieta de Andrés de San Cristobal –a los conversos se les bautizaba con el nombre de las parroquias en las que fueron bautizados o con el santo del día- y toda la obra de don don Francisco de Quevedo y Villegas es una rechifla del clasismo tan imbricado en el carácter español y sus blasones. Quieren provenir todos de la pata del caballo del cid cuando todos nacimos de Eva y Adán. Ese clasismo quizás origine toda nuestra complicación mental tan dada al caudillismo al mestizaje por la procedencia hebrea, la picaresca el anarquismo y la utilización de la iglesia primero y después de la política como una sinecura o un modus vivendi donde roba el que puede. El español busca colocación un lugar al sol para vivir de las rentas o sin pegar golpe. Los hidalgos no quieren trabajar. Todos quieren tener carrera ninguno quiere ser herrero ni fontanero. Ahí estriba una parte del drama.

Quevedo dice de su personaje que era descendiente de la letanía. Doña Aldonza hechizaba, leía las habas y hacía conjuros por lo que fue emplumada varias veces y la llevaron en el asnillo de los penitencias (zurcidora de gustos remienda/virgos, celestina, porque somos todos un poco hijos del Quijote y de Celestina y a mucha honra, y algebrista de voluntades desconcertadas, vio volar al cabrón dormía entre sogas de ahorcados y la dieron plumas, las de la risa.

Dice la leyenda que Pâblillos nació cabe del arco del Socorro la antigua puerta de San Andrés. Yo nací en un falansterio que llamaban la casa la Troya entre vecinos muy honrados (algún mutilado de guerra la señora Segunda, a la que mataron dos hijos en el frente, la señora Antonia la de Lérida que vino huyendo de un bombardeo en Cataluña, Iglesias el comunista que recitaba el Piyayo tan primorosamente casado con la Serafina, la tía Carnerita etc. Todo ese mundo de aquella corrala segoviana la describo en mi “Seminario vacío”.

Pues había un letrero conmemorativo entre los mampuestos del arco del Socorro que decía que en aquel barrio nació del Buscón don Pablo hijo del ingenio del gran humorista don Francisco de Quevedo. Y a Cela le hacía mucha gracia eso; mira que llamar humorista a Quevedo cuando no hay escritor más serio y más profundo en las letras castellanas. No se enteran. No le deben de haber leído bien pero la cuestión era que en San Andrés estaba la aljama o judería vieja y también el macelo o matadero donde los rabinos sacrificaban los corderos con arreglo as los preceptos de la vieja ley para desangrar al animal de las impurezas de la sangre (trufar) lo que denominan los askenazíes del Este carne kosher. Meter el dos de bastos y sacar el dos de oros.

Llegue a conocer al último de los descendientes de aquellos matarifes veterotestamentarios uno que le llamaban el Jurri que por cierto es otro nombre que sale en la novela del Buscón. El azoguejo segoviano era polo de atracción no sólo de tundidores y peraíles una profesión muy habitual en una ciudad lanera como Segovia unos cardaban la lana y otros portaban la fama sino también de gente del hampa o de la carda. Otros lugares de encuentro de la picaresca y del vagabundaje (soldados licenciados de las guerras flamencas, ex convictos y redimidos de galeras frailes giróvagos mozas de toldo y arandela. Buleros y buhoneros) eran el Potro cordobés el Perchel malagueño Zocodover toledano el arrabal de Arévalo o las gradas de San Felipe en Madrid. ¿Cómo parlaba, a qué olía aquella sociedad, cual eran los colores, cómo sonaba el castellano en aquellos tiempos, cuál eran las preocupaciones sustanciales de nuestros antepasados gentes de buen talante, aunque apretadas por las dificultades no disimulaban a veces mala condición, que pechaba con las dificultades y se reía de su propia sombra? Para tener una noción de respuesta a tales preguntas conviene enfrascarse en las alborozadas páginas del Buscón y ver a través del ojo mágico de la literatura guiados por la pluma pasmosa del Caballero de las Espuelas de Oro que nos transporta en un viaje a través de la España del XVII dentro de las artolas de su poderosa y ferviente imaginación.

La preocupación mayor era llenar la andorga pero en eso los españoles no éramos diferentes al resto de los pueblos de Europa (franceses, tudescos, ingleses o rusos) Aunque exagerado el retrato del clérigo cerbatana que mataba de hambre a sus estudiantes es un dibujo impresionista de la situación real. Humor y rechifla con las `propias miserias indulgencia con los conversos porque en Segovia todos eran conversos y hay una descendencia judía innegable (somos quizá judíos pero de otra tribu muy diferente a la que dirige los asuntos en el mundo. Nos conformamos con Sefarad. Sion y los sueños sionistas quedan un poco a trasmano) además nos bautizamos y nos hicimos católicos a machamartillo.

Es la idea que trasmina en este libro que es una defensa de la catolicidad escolástica. Padeció Pablillos so el poder de Poncio de Aguirre. Lo dice de un judío que no se había aprendido aun el credo cuando entró a servir a Diego Coronel otra familia segoviana de confesos. Se narran las bárbaras costumbres de carnestolendas. Corríamos el gallo en la rinconada. Se manteaba a los neófitos, a las viudas que se casaban de segundas nupcias, cencerrada. El ojo del culo es el más hundido y más profundo. Pasar hambre aguzaba los garfios de la imaginación. Y otras muchas truhanerías

viernes, 14 de noviembre de 2014


Mussorsky y el embeleso ruso

 

Escuchaba su música que llegaba lejana por el éter hasta mi celda de abajo, entre libros, rosarios y estampas, iconos. La obra de un perdedor se convierte en un canto de resurrección. Pulsó los registros musicales del alma rusa, las danzas eslavas, toda esa magnificencia de Bizancio que el país de los zares supo trasladar a la vigencia cristiana. Rusia es una visión del mundo en los parámetros de la exaltación y la esperanza y la melancolía ortodoxa que tengo para mí que es una añoranza del cielo al socaire de las mudanzas de la vida terrenal que termina en la cárcel, el hospital, el manicomio o la tumba.

 Mussorsky era un oficial de la guardia, integrante del famoso regimiento Preobrayenski, los alanos del Zar, y acabó alcohólico, difunto de taberna. Su gran opera Boris Godunov fracasó. Si la música es la lengua del espíritu, en el idioma de este gran compositor se alcanza el punto  exacto o conjunción de latitud y de longitud, lo perfecto. No puede dar más de sí lo que se escribe en un pentagrama. Porque interpreta la armonía, ese concento o disposición matemática, que, según los griegos permitía que el paso de las esferas fuese todo él una resonancia de la divinidad. Su música es viril y optimista. En ella la potencia se transforma en acto

Desgraciada fue su existencia. Peregrinó al fracaso pero en su propio hundimiento se percibe la grandeza del arte. En su música suena el mito del eterno retorno, las fuerzas en lucha del bien y del mal, de la luz y la sombra. En medio se encuentra el hombre abocado al misterio bajo la égida de esos poderes. Llamémoslos pasiones, el imperativo del destino inexorable que los rusos designan como sudba. Juegan las sombras al parchís. La muerte o la suerte. Tira porque te toca. Mueve el cubilete. Los dados están en el aire. De oca a oca. La muerte gana siempre la partida, mas entretanto...

El arte ha de reflejar esa tensión inexorable hacia la eterna belleza, el mundo ideal. Y el artista se siente abocado a la utopía pero muy ruines son los mimbres en los que nuestra cesta fraguaron.

Todos los místicos españoles en sus escritos se quejan de que el cuerpo pesa. Los instintos arrastran hacia abajo. El Señor está arriba y requiere el arrojo y fuerza de voluntad en que tanto hacen hincapié los autores católicos y protestantes que persiguen la divinización humana con los actos, como explica muy bien un autor inglés en su libro ascético the pilgrim progress … somos en verdad muy poca cosa, no te engrías, no eres más que polvo.

Es la ley de la gravedad opuesta a la ligereza del alma sutil que trata de volar. Sin embargo, en la ortodoxia Dios se manifiesta, no se alcanza. El proceso marca una trayectoria al revés. El dios de los rusos se humaniza y aletea en la mágica de la salmodia y de los cantos eclesiales. Hay que sentirlo, vivirlo, no explicarlo, como lo intenta la teología romana desde el Angélico hasta charles de Chardin y esta contemplación de Cristo Redentor se refleja en la grandes oberturas de los compositores rusos, transidos de deidad

Sin embargo esta unión divina, esta hipóstasis, más que los santones la alcanzan los artistas geniales como Mussorsky.

La belleza es amoral (no hay cuerpo, ni partes o compartes que acaban descomponiéndose a expensas de la nutrición, la generación, la enfermedad, el pecado de Adán), inmortal e inmaterial. Dios es espíritu alado, carece de cuerpo. Está ahí. Es el que es, según los judíos, que se resisten a llamarle por su nombre de pila, temerosos de pronunciar su apelativo y se andan con sinónimos... Yahvé, Jehová´, Adonai. Inaprensible, incomprensible, águila que planea por el abismo, y pasa volando por cima de sobrescobios y barrancos.

Se trata de un vuelo sin tiempo. La deidad desconoce el hic et nunc. Nadie lo ha visto porque si se apareciera moriríamos. Sólo se ha manifestado alguna vez detrás de una zarza ardiente pero donde mejor deja su huella es en la música. La gran música de los maestros rusos. ¡oh cristo del gran poder!

jueves, 13 de noviembre de 2014


MARINA CASTAÑO O LA DECADENCIA DE cjc

En mi libro sobre Cela y el Café Gijón en el capítulo dedicado a la segunda esposa del Nobel la gallega María Castaño no sale muy bien parada. Los hechos posteriores parecen abonar tales vaticinios y es que los años que vivió al lado de la periodista que lo "puso a regimen" cobraba por las entrev istas y las conferencias pertenecen a la decadencia del escritor un Cela circunciso y al que metieron la podadera de lo políticamente correcto. El merjor Cela era el de los vagabundajes el legionario y el falangista años gloriosos en que dio a la estampa obras inmortales como Viaje a la Alcarria, la Familia de Pascual Duarte", "Viaje al Pirineo" o del "Miño al Bidasoa". Aquí fluye el Cela torero y tremendista donde en medio del lirismo sale por el surtidor de su ingenio un cierto senequismo conjugado con la ferocidad de los tiempos de posguerra. Esta etapa dio paso a su etapa balear de los Papeles de San Armadans y del trabajo duro e incansable sentado ante las cuartillas de seis de la mañana a las dos de la tarde.

──Y ¿si no sale nada don Camilo?

──Psch. Algo saldrá. En esta profesión hay que estar prerparado para echar culo y criar michelines.

La gallega viuda lista de las que con un ojo llora y con el otro repica arrambló con la hijuela lo puso a régimen. Había que cuidar el luk. Sí el luk. Esto es "lu que hay". Dejó de ser el mismo. Quería dejar a Camilin su único hijo el que le dió su legítima, Charo, con el culo al aire. Pero los jueces han dado la razón a Camilo José Cela junior. La Castaño esa demi mondaine  abonada al colorín de las revistas del corazón tiró al monte. Otra corrupta. Pero Camilo tenía un concepto de la mujer que escandalizaría a las feministas más belloteras. Eran para él un desahogo un instrumento de placer: "Aula diaboli", "aquilonis percussio". Sólo un buen culo grandes tetas. No les daba importancia. Supo desde el principio que el amor es sexo y solo sexo

En el fondo CJC estaba de acuerdo, aunque de últimas no fuese nunca a misa, con los santos Padres y debía de haber leído a san Agustín y san Jeronimo. Polvo eres y en polvo te convertirás. Venimos del polvo y a polco quedaremos reducidos. Por la mia nai.

miércoles, 12 de noviembre de 2014


ARGOS

Argos yo quisiera ser

Escalador de las carrozas del Edén que ruedan hacia ti

Campo a través de la rutilante rueda de Ictión dando vueltas y más vueltas

Ir surcando los vacilantes parpadeos de aquellos campos celestiales cúpula y carpa del sabbaoth

Llegar a la luz bendita de aquel extinto fuego

No pesar el cuerpo sutil más allá de la gravitación

Quemar mis almanaques y ser yo

CRUZ DEL SUR

Quiero  un regalo para mi aterido cuerpo del calor bendito de la iluminada hoguera que fue quemazón serena incesante espejismo

Ahora que, llegado el invierno, no es hora de los besos, la juventud voló, yo me preparo a un viaje de argonauta hacia la cruz del sur

Porque tú, amada, vives todavía y me miras desde esa estrella lejana desde donde la luz me llama

Rayo que transfiguró mi vida en un solo instante un fogonazo de aquel meteorito